A casi siete meses de que inició el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, sus colaboradores inmediatos se empiezan a preparar para informar las principales acciones del primer año de administración. Los funcionarios del gabinete se reúnen periódicamente para cumplir con el ritual acostumbrado de seleccionar los resultados más representativos que habrán de darse a conocer a la población el día 15 de noviembre. Es una obligación establecida para el gobernador en la Constitución local.

En este primero de los dos años de gobierno yunista en Veracruz, la población está consciente de las difíciles e inéditas condiciones que dejó a su sucesor la administración encabezada por Javier Duarte de Ochoa, el ex gobernador recluido en una cárcel de Guatemala, en espera de ser extraditado a nuestro país para ser juzgado.

Sin embargo, todos sabemos que no valen las excusas, las dificultades encontradas y las penosas condiciones financieras en que se inició esta gestión. Y no puede ser así, porque ningún gobierno puede decir que sólo hubo gastos y que por “x” o “y” razones no hubo resultados.

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La sociedad ha estado al tanto de lo que ocurre en el actual gobierno veracruzano. Por tanto, aguarda solamente para saber cómo será informada. Desde luego, sabe que será enterada de una serie de vicios y vacíos.

El día 15 de noviembre, el pueblo conocerá con detalle los círculos viciosos en que incurrieron los que se fueron. Las deudas que contrajeron, los presupuestos inflados, los aviadores que tuvieron que ser despedidos ahora y las escasas obras que iniciaron y quedaron inconclusas porque no hubo dinero para ellas. Espera también enterarse, por fin, de la cuantía de los pasivos con proveedores y contratistas, así como los pendientes de comprobar a la Federación y los impuestos y prestaciones sociales pendientes de liquidar.

Los veracruzanos seremos informados de manera oficial, los excesos cometidos por el régimen duartista en todas las áreas y en todos los presupuestos. Sabremos los avances de la restructuración de la deuda y los años en que las próximas generaciones saldarán el débito.

Si nos va bien, dilucidaremos cómo ha sido el asunto de los bienes incautados y los dineros recuperados, eso sí, en cantidades ínfimas en relación a lo que anda perdido por el universo.

Si nos va mejor, sabremos en dónde quedó la bolita y quienes se beneficiaron con ella. Para darnos gusto, contendrá una cuantiosa relación de denuncias contra ex funcionarios corruptos y las pocas detenciones que han logrado.

Con relación a los vacíos, tendremos que conformarnos con la escasa información de obras iniciadas en esta administración. Nos dirán las formas en que, en papel, se redujeron los actos criminales y la inseguridad que sufre la población. Apuntará algún número de empleos creados, si es que los hubo. Nos hablarán de inexistentes programas sociales que pronto iniciarán, y también las miles de despensas que se repartieron en todo el territorio y que sirvieron para mitigar el hambre una semana, durante la época electoral.

Es posible que sean minutos extenuantes para escuchar los avatares de los actuales tiempos políticos, que no fueron los tiempos del cambio, como algún día se ofreció a una población harta de la podredumbre y que aún creía.

Al final terminaremos de comprobar que todos estos, fueron cambios para no cambiar.

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