Se califica como cortina de humo, a un hecho o conjunto de hechos que sirve para ocultar algunas cosas o para desviar la atención de otras personas. Lo que resulte útil para evitar que la gente sepa o vea lo importante, constituye una cortina de humo. Desde tiempos inmemoriales, las culturas del planeta han utilizado el humo como estrategia distractora o para no dejar ver al enemigo. Así se recuerda a los apaches y a muchas otras tribus en todos los continentes.

Hace 120 años en México, el general Porfirio Díaz, consciente del uso de las cortinas, llegó a decir que “si no quieres resolver un asunto, crea una comisión”. En los días pasados se ha hablado de comisiones y hasta de observatorios ciudadanos.

El tema de las humaredas sale a colación cuando en el horizonte aparecen asuntos delicados. De manera “coincidente”, se generan o se empiezan a generar movimientos de humo que al ir desplazándose en el ambiente, conducen la atención de la sociedad hacia otros menesteres, ricos en perfume o en música celestial.

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Por desgracia, ese gustito se ha vuelto imperceptible y del supremo agrado de los ciudadanos. Mujeres y hombres hay, (¡ay!), que se llegan a adherir a él, como si fuese algo adictivo, parecido a la coca cola, a las palomitas de maíz o al chocolate.

Un tema actual, como el de la peligrosa falta de recursos para pago de aguinaldos, o el de la inquietud por la legalidad de los actos jurídicos en las recuperaciones de bienes, anunciado con bombo y platillo por el gobernador Yunes Linares, está siendo minimizado por una amarilla cortina de humo: el descubrimiento de la falta de título profesional del secretario de gobierno Rogelio Franco, reproducido como anuncio de venta nocturna.

Pero este énfasis en Franco, a su vez encierra otros graves fallos: primero, cuántos nuevos funcionarios habrá, que no tienen perfil adecuado o que carecen de estudios profesionales para ocupar cargos que tienen que ver con la atención a más de 8 millones de veracruzanos. Porque no se trata de atender a un pueblo, sino al tercer estado más poblado del país.

Segundo, pareciera que la idea es disminuir las inacabables necesidades de los aliancistas amarillos.

Y lo más lamentable de todo, es el de ignorar las consecuencias de poner en riesgo el prestigio y el nombre de la máxima Casa de Estudios del estado.

El tema de la inexistente cédula, también distrae del caso de los recurrentes comentarios sobre los influyentes y corruptos duartistas que al parecer “ya negociaron” inmunidad en este gobierno. Las redes sociales murmuran que a eso se deben esas extrañas recuperaciones de bienes otrora robados.

Y si faltaran temas a revisar, está este otro asunto: Qué contiene el Plan Estatal de Desarrollo 2017-2018. Dónde se puede conocer. Cuáles son sus metas, si es que las hay.

Quién sabe, dirán algunos. ¿Ahora, con qué distraemos?, dirán otros.

Y hablando de circos y de dudas persistentes, hay una que va creciendo sobre la legitimidad de los estudios de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV), que debiera revisar el nuevo gobierno, y también el asunto de los cuantiosos recursos captados por las inscripciones y colegiaturas, que se mantienen en oscuridad total, aunque algunas instancias fiscalizadoras y hacendarias ya pusieron el dedo en ese renglón.

Recordando la liga educativa, Xalapa cuenta con alguien que se ha vuelto experto en fiestas y festivalitos. El alcalde Américo Zúñiga –quien, por si las dudas siguen, ya se promueve para candidato a senador o gobernador—, se vio muy contento bañado en pueblo con la Rectora Sara, en medio del baile de las jarochas y jarochos, que vinieron a zapatear “La bamba” y a romper record frente al Palacio de Gobierno.

Hechos, circunstancias o eventos como esa “cortinota fandanguera” de la calle de Enríquez, en la que participaron más de mil entusiastas músicos y bailadores, sirven para bailarse a la gente que pudiera interesarse en conocer la realidad de los delicados problemas que suceden en el estado, como los que se han mencionado en este espacio.

Mientras unos bailan, otros se arrastran.

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