Conforme se acerca la asunción del próximo presidente de México, el equipo de nuevos ricos, asesores y abogados de Javier Duarte y Karime Macías, parece que por fin les han convencido de que repitan como sonsonete el argumento de la inocencia, además de publicitar un estilo de vida austero y de bajo perfil.

Hace algunas semanas la aún dama de la abundancia apareció como asidua viajera del metro en la ciudad de Londres. La señora viajaba despreocupadamente leyendo una revista británica entre dos modestas pasajeras que nunca imaginarán lo que ella ayudó a ocasionar en tierras jarochas.

Ahora el turno le tocó al todavía frondoso exgobernador del estado, quien desde el reclusorio de la Ciudad de México, se dijo víctima en un mundo al que llamó Malolandia.  Confesó compungido que su familia vive sin lujos y que, aunque usted no lo crea, “batallan para pagar las colegiaturas de los niños”.

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La sabiduría de los sinvergüenzas y cínicos y, sobre todo, la sapiencia de los magos de la estrategia política, coinciden en que una mentira bien dicha, repetida miles de veces y en todas las direcciones, puede convertirse en hermosa realidad. Quizá por ello es que estamos viendo ese organizado esfuerzo verbal de la que fue pareja principal de Veracruz hasta octubre de 2016.

Y quizá lo que más les motive a llevarlo a cabo, aún a costa de las molestas incomodidades que pudieran estar sufriendo, es que no se haya tocado ni con el pétalo de una rosa a sus más cercanos socios y excolaboradores que ayudaron a desfalcar al erario veracruzano durante tan nefasta gestión.

Tal vez otro de los indicadores que les resultan favorables a esa idea, dentro de su doctoral análisis FODA, sea el hecho de que Andrés Manuel insiste en pagar añejos favores recibidos por otras personalidades, también cuestionadas por la sociedad, por ejemplo, el Napo, Elba Esther, Bartlett y recientemente Rosario Robles. Por qué no subirse ellos dos a esta honorable selección nacional del perdón.

Entonces, si como ya se dice en voz alta, el presidente López Obrador mirará para otro lado, una vez realizado el cambio de gobierno, un buen manejo de altavoces y repetidores podría conseguir en pocos años el primer gran milagro del siglo del amor y la transformación.

Que los cuervos del mal puedan trocarse en tranquilas palomas mensajeras. Y que los daños patrimoniales y robos a la tesorería veracruzana, se conviertan en bien habidas fortunas, halladas graciosamente en el cuerno de la abundancia del golfo de México.

Mientras tanto, vale machacar los atinados versos de Javier Duarte, el vate de oropel, durante su feliz estancia en Guatemala: “Paciencia, prudencia, verbal contingencia, presencia o ausencia, según conveniencia.”

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