Igual que en los demás partidos políticos de Veracruz, en el PAN también existen carreras meteóricas que con facilidad opacan a esforzadas trayectorias.

Desde hace algunos años, un ambicioso joven que abandonó su carrera de derecho en la universidad, fue habilitado en diversas posiciones hasta convertirlo en uno de los jefes del Congreso del Estado a finales de 2016. Desde aquel nocturno y cálido momento en que lo invitaron al partido, el imberbe Sergio Hernández Hernández descubrió que por el fácil camino de la docilidad podía ascender a la política grande.

El Pipo Vázquez, Pepe Mancha y algunos otros azules bien manchados, vieron en el prófugo universitario, las cualidades e inclinación necesarias para integrarlo a sus equipos. Así aprendió a caminar un paso atrás de ellos, hasta que graciosamente se convirtió en diputado plurinominal. De ese modo llegó al Congreso estatal. A la manera fácil, sin hacer campaña, y sin mérito partidario alguno. Por dedazo palaciego, días después fue colocado como presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO).

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Como lo dijera él mismo, el día que tomó protesta como diputado, decidió instalar en la capital del estado sus Casas de Enlace—afirma que ya hay 160—repartidas por toda la ciudad, ya sea en las colonias, en el cerro, en El Dique o en La Reserva. En ellas se atiende a cinco mil mujeres de todas las edades, donde semanalmente reciben clases de gelatina artística, belleza, huertos de traspatio, bordado y otros cursos para que las féminas mejoren su economía familiar.

En el cénit de su gestión legislativa, a finales de agosto del año pasado, fue a la ciudad de Washington a recibir el “prestigiado” Global Democracy Award, junto a otros 19 líderes demócratas emergentes de varios países de América (según el eslogan del premio).  Meses antes, hizo un gran festejo por sus primeros cien días de gestión. Contrató a la Sonora Dinamita y metió a cinco mil invitados e integrantes de sus casas de enlace al Velódromo xalapeño. Allí demostró su liderazgo, amén de su gallardía rítmica y dotes de bailador de cumbia colombiana.

Mostrando sus avances diplomáticos, sus tremendas dotes de pastor, y que ya entiende estrategias superiores de gobernabilidad, llevó a sus colores a dos honorables y congruentes políticos de masas: Basilio Picazo y Regina Vázquez. Esa fue su coronación en la política mayor.

Pero esos dones que la suerte y el dios azul le dieron, no fueron comprendidos por la exigente y panista diputada Cinthya Lobato Calderón, quien de manera irreverente e indisciplinada le compuso un sórdido escándalo porque los recursos del congreso no fluyeron a un simple evento para apoyar el autismo, que ella gestionaba. Apoyada por diversos medios de comunicación, lo acusó de dirigir mal la Junta, de sus desvaríos personales y de otras graves irregularidades. “Deja de robarte el dinero de Veracruz…”le dijo Cinthya ese día.

Pero además de ello, en el ambiente político surgen inquietantes preguntas. De dónde están saliendo los recursos para la instalación, el pago de rentas, suministros y servicios de esas 160 casas de enlace, y los necesarios para dar sueldo a los capacitadores. Y cómo se financió el suntuoso autofestejo de los cien días. ¿Acaso de sus ingresos en la diputación? Nadie lo cree.

Porque aparte del premio patito de Washington (que dicen que le costó 5000 dólares), no consta que hubiera recibido premios en metálico en concursos de baile, ni se sabe de herencias, Melates o Loterías, como otros corruptos argumentaron en épocas previas. Ni se conoce que el bailador cuente con empresas o con una actividad comercial que le proporcione ingresos adicionales.

No sea que cuando lleguen las verdaderas auditorías a Carlos Chico Fuentes en la Secretaría de Administración del Congreso, Sergio se entere de que su socio no cuadró bien las cuentas y los cuentos. Y ojo avizor: el hombre del enlace está buscando la reelección.

Lo que sí se sabe, es que a Sergio se le da bien la suerte del trompo, que practicó hasta el desfallecimiento en las esquinas de su barrio joven. Sus admiradores dicen que lo aprendió tan bien, que gracias a ese atributo, el flamante presidente de la JUCOPO es capaz de dejar correr la cuerda y echarse cualquier trompo en la uña.

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