En México, como en casi todo el mundo, se reconoce que la democracia es una forma de política avanzada, la cual se sustenta en la libertad, la igualdad y el respeto a los otros, y aún con sus notables fisuras es, de todas las formas, la menos mala. Y el pueblo sabio, lo sabe, lo sabe.

Cuando en junio de 2014 surgió el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), liderado por Andrés Manuel López Obrador, en México, la sociedad ya deseaba un cambio de gobierno para sacar de la miseria política al país a través de los mecanismos que establece el orden jurídico.

Y así, hace casi dos años, López Obrador alcanzó los 30 millones de votos, los cuales fueron legalizados por el Instituto Nacional Electoral (INE), un organismo autónomo del gobierno mexicano que, hasta estos días, valida la creación de partidos políticos, califica y legitima las elecciones, como lo hizo con MORENA, con Andrés Manuel y con los votos de los mexicanos de la esperanza.

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Pero ayer -en el monólogo mañanero- López Obrador, sin importarle la acelerada expansión del virus chino en México ni los altos índices de letalidad que esta dejando la pandemia en el país, dijo que el INE es el “aparato de organización de elecciones más caro del mundo”

Y quizá recordó los halagos del doctor López-Gatell -cuando expuso que la fuerza del presidente no es de contagio, sino moral- que ahora intenta erigirse como el centinela electoral en las elecciones del 2021, haciendo a un lado la autonomía constitucional del organismo que legitimó su innegable triunfo electoral.

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Ese desmoronavirus político que percibe López Obrador -en su gobierno y en su MORENA- provoca que el presidente arremeta contra todo aquello que pueda significar un obstáculo en su empecinada carrera por instaurar un régimen encaminado al desastre. Sin embargo, a Andrés Manuel no le importa pisotear, desaparecer o vilipendiar a nadie, mucho menos a las instituciones mexicanas porque “se está con la transformación o en contra de ella”.

¿A esos moditos talibanescos hemos llegado? ¿Qué clase de virus ha infectado a los lopezobradoristas? ¿Por qué en pleno siglo XXI estas actitudes irracionales?

López Obrador es muy susceptible a la demolición cuando se enfrenta a la realidad y quedan al descubierto sus ficciones y sus complejos. Los mexicanos, día con día, descubren y reconocen que, en la cuarta transformación, sí se roba, sí se miente y sí se está traicionado al pueblo sabio. 

La destrucción por la destrucción en sí misma se relaciona con una mentalidad suicida, y con costosos traumas mentales. Los mexicanos no quieren más ruina. Lo difícil es pensar y, sobre todo, construir algo bueno. Estamos obligados a pensar en libertad. 

Juárez era la exaltación de la Ley, porque su fuerza radicaba en el Derecho. Si el respeto al voto transparente que impulsó a López Obrador, se elimina, entonces surge una pregunta inquietante: ¿alguien sabe dónde está la fuerza de AMLO?

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