El asesinato de 17 personas en Michoacán durante un velorio el domingo pasado, ha causado fuerte indignación nacional. Los informes indican que un grupo de sicarios les obligó a salir de un velorio para fusilarlas después de alinearlas contra una pared afuera del domicilio. Las sonoras críticas contra el presidente de la república son la constante en todo el país.

Lo que está sucediendo en el territorio nacional es el resultado de una equivocada política asumida y practicada por López Obrador: “Abrazos, no balazos”. Sin embargo, las cosas no salieron como piensan sus seguidores: los balazos y los delitos son contra la población, mientras que los abrazos, parecen estar destinados a los jefes de las diversas fuerzas del crimen.

Por eso viene a la mente el vate Ricardo López Méndez y su más famoso poema, admirado alguna vez por Alfonso Reyes. Como poeta que posee dones de adivinación, el vate advierte en sus versos: “México, creo en ti/ porque escribes tu nombre con la equis/ que algo tiene de cruz y de calvario/ porque el águila brava de tu escudo/ se divierte jugando a los volados con la vida/ y a veces con la muerte.”

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Lo que magistralmente escribió López Méndez en 1940, se percibe claramente en este siglo, donde las matanzas de culpables e inocentes se convirtieron en lugar común, principalmente en los tiempos de la 4T. México se está desmoronando a gran prisa. El desastre en el sistema de salud, en la seguridad pública nacional, en el crecimiento de la pobreza y en la fallida lucha anticorrupción de AMLO, indican que, como nación, estamos jugando un volado. 

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Si a ello se le suma la crisis económica, la altísima cifra de muertes con violencia y por la pandemia de Covid-19 y la manifiesta incapacidad del ejecutivo federal y de los gobernantes emanados del obradorismo y del partido MORENA, la situación está orillando a la ciudadanía a pensar detenidamente en su voto de este año en el proceso de revocación que prepara el INE y en las futuras elecciones de aquí al 2024.

Y no hay mucho para donde moverse. El poema del vate López Mendez sugiere una recomendación, y solo hay dos conocidas caras en la moneda política mexicana de estos tiempos: o el país vota por terminar de desmoronarse o, por lo contrario, apura el camino para huir del partido guinda y desmorenarse por completo.

Porque, si se medita lo que plantea el poeta de Yucatán, habría que hacer un severo cuestionamiento nacional: ¿será prudente seguir volteando a otro lado y que, en el Palacio Nacional, el jefe de la república—que se supone que es el mandatario respaldado y votado por los mandantes—continúe dividiendo a la sociedad, divirtiéndose y jugando a los volados con la vida, y también con la muerte de los mexicanos?

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