El equivocado nombramiento de funcionarios, la opacidad en la obra pública a su cargo, el dispendio en el gasto presupuestal y la señalada corrupción de jueces en la impartición de justicia, pueden jugarle una mala pasada a un expresidente. Aunque estas expresiones podrían dibujar fielmente algunas estampas del gobierno federal que concluyó en noviembre de 2018, en realidad no se refieren a Enrique Peña Nieto, el último mandatario que ocupó la residencia oficial de Los Pinos en la Ciudad de México. En este caso, hacen referencia al primer expresidente del poder judicial de Veracruz que podría ser recluido en prisión, y quien debería estar preocupado ante la posibilidad de ser enjuiciado y sentenciado.

Por desgracia para el abogado coatzacoalqueño y para su reciente gestión en el Palacio de Justicia en Xalapa, las circunstancias políticas estatales y nacionales se están presentando a modo para que esa ingrata posibilidad se convierta en un hecho real.

Las circunstancias actuales tienen que ver con los siguientes aspectos: primero, la manera con que Edel Álvarez Peña manejó al Tribunal Superior de Justicia. La forma oscura y patrimonialista como fueron nombrados los jueces y funcionarios en esa época. En segundo lugar, el olor a venganza gubernamental que se está percibiendo sobre la humanidad de Miguel Ángel Yunes, el exgobernador que influyó para la designación de Edel. En tercer lugar, el manejo discrecional de sumas multimillonarias destinadas de manera opaca para la creación de las ciudades judiciales en Veracruz. En cuarto lugar, la llamada a cuentas que puede hacerle a Yunes el presidente López Obrador, a quien el atrevido hombre del estero insultó reiteradamente durante la campaña política de su hijo.

Pero la principal circunstancia que debe preocupar al expresidente en su casa, es el nerviosismo e inquietud que manifiestan muchos de los que fueron sus cercanos, aquellos que renunciaron a tiempo, y también, los que fueron cesados removidos por las nuevas autoridades.

Considerando los antecedentes, en la órbita edeliana, se especula en cuatro escenarios posibles.

El primero y el más favorecedor: A Edel no le harán nada gracias a que se disciplinó a dejar el Tribunal en los modos y tiempos que planteó la cúpula cuitlahuista. Un “me dejas el Tribunal y te dejo en paz, sin problemas”.

El segundo escenario, la factibilidad de un severo golpe al idílico bolsillo de Edel, similar al que sufrieron los ratones duartistas, y al puro estilo yunista: “Quedas libre de cargos, pero me devuelves las entradas que te llevaste, porque son para la campaña.” 

La tercera posibilidad a presentarse, tiene que ver con la fuerte necesidad de conseguir votos para el decadente morenismo en las elecciones del próximo 2021. En esta posible opción, Edel tendría que consentir el dejar los pelos en el alambre mediático, pero se salvaría de lo peor. Entonces le dirían: “Irás a la arena y soportarás estoicamente una serie de revolcadas, inocentes, pero vistosas; y desde luego, incluye la devolución de las entradas que te llevaste, todas, eh.”

Y la cuarta, la más terrible y dolorosa posibilidad que podría estar esperando a Edel Álvarez Peña, la que significa que al exfuncionario lo agarrarán por sorpresa y en medio de sus horas bajas, una vez que la Fiscalía General del Estado cuente con la instrucción superior, lo que implica, la incautación de capitales, la investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera a todos sus movimientos bancarios, personales y familiares, y por supuesto, un proceso penal orientado a restituir completamente los honores y los bienes del Estado.

Este último escenario se vislumbra en su futuro, en atención al desorden observado y comprobado en todo el proceso que llevó a cabo para desarrollar las célebres ciudades judiciales de Veracruz. Esta conclusión, surge en consideración a lo que se observa y se escucha alrededor del “búnker JV”, contraseña de pertenencia, que puede deberse a su ubicación cercana a Plaza Américas, o a que es una oficina sobre la justicia veracruzana, o simplemente a las secretas claves de un próspero equipo político-empresarial, que logró amasar una considerable fortuna alrededor de la impartición de justicia, mediante un distintivo sello proveniente del estero de Boca del Río.

Interesante gama de posibilidades respecto a un personaje que tuvo la justicia a modo en sus manos y en sus alforjas; comentarios y rumores que se tejen en los pasillos que guían las decisiones importantes en Veracruz.

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