En la escuela secundaria nos hablaron de Calderón de la Barca. Ya en la preparatoria, supimos su nombre completo y los títulos de algunas de las obras del prolífico dramaturgo español del siglo XVII, que siguió el modelo creado por el célebre poeta Lope de Vega. Nos referimos al escritor Pedro Calderón de la Barca.

El lector de literatura o el amante del teatro, habrán conocido algunas de las obras calderonianas, o cuando menos sus títulos: La vida es sueño, Primero soy yo, Amado y aborrecido, Judas macabeo, El escondido y la tapada, El mágico prodigioso, Canta y calla, La danza de la muerte, De un castigo tres venganzas, Guárdate del agua mansa, El secreto a voces, Entremés de los degollados, La dama duende, La Margarita preciosa y El verdadero Dios Pan.

Por extraña coincidencia, los apellidos del literato y los títulos mencionados, pudieran asociarse a muchas de las circunstancias actuales en torno al panismo y a los dos candidatos presidenciales emanados de ese partido: Ricardo Anaya y Margarita Zavala.

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Y también debe incluirse a un importantísimo actor de la tragicomedia que vive el Partido Acción Nacional: Felipe Calderón, el más entusiasta impulsor de su esposa Margarita, al principal cargo de la política nacional mexicana.

Envuelto en la leyenda popular de su alcoholismo—que ya conocían los panistas desde muchos años atrás, y aun así lo respaldaron— y en el sinnúmero de chistes y caricaturas que han viajado por las redes sociales, Felipe Calderón logró imponerse a Vicente Fox y a todos sus oponentes, y como un auténtico hijo desobediente que sabe a dónde quiere dirigirse, ganó la elección presidencial del 2006 y se sentó en la silla del águila con todo y sus devaneos etílicos.

Haciendo gala de ímpetu y rapidez, y contra todos los pronósticos, consejos, estrellas y galones, sacó al ejército mexicano a las calles y desató una nefasta guerra contra el narco, que nadie ha podido detener.

Años más tarde, cuando observó zorrunamente que avanzaba la pudrición del PAN, alentó a su esposa Margarita a buscar la presidencia de México. Fue entonces cuando el ambicioso y traicionero Ricardo Anaya, convertido en dirigente del partido, empujó hacia afuera a todo aquel que le estorbara en sus secretos planes.

El desalojo de que fue objeto la dama, no la desalentó en su objetivo central. Mediante la vía independiente acaba de convertirse en candidata presidencial. Utilizó el encantamiento de los caminos y de los observadores, y como un duende de los montes, encantó a mucha gente.

Al mismo tiempo, el Judas azul quiso cantar y hacer la danza de la muerte al mismo tiempo. Fracasó rotundamente y casi es degollado. Ricardo Anaya suena mucho, pero para ser retirado de la competencia.

Mientras tanto, y siempre por la derecha, el borracho, el hijo desobediente, el expresidente que sacó al ejército de los cuarteles, le construyó un universo de redes sociales al proyecto de Margarita. Él solo, sin los admiradores de su esposa, tiene más de cinco millones de fieles seguidores en Twitter. Esos adeptos fueron los que dieron a conocer los bailes juveniles de Anaya y sus negados amigos de negocios. Y si funcionan como aquellos duendes que nadie ve, pueden impulsar la votación de la dama azul independiente hasta niveles impredecibles.

¿Acaso Margarita navega hacia su destino sobre la barca de Felipe? ¿Acaso el expresidente de los memes de cantina, es el verdadero Dios Pan calderoniano?

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