Juan Collado Mocelo -el millonario abogado de las estrellas económicas, políticas y criminales del país- cumple una prisión preventiva de seis meses en el reclusorio norte de la Ciudad de México. Se encuentra allí mientras se termina de investigar un escandaloso caso de lavado de dinero y organización delictuosa que alcanzó repercusión internacional.

Lo aprehendieron hace pocos días mientras comía en un elegante restaurante con otro destacado personaje que también se encuentra en el ojo del huracán: Carlos Romero Deschamps, sempiterno líder del sindicato de trabajadores petroleros de la república mexicana.

La detención de Juan Collado resultó inesperada para los círculos de poder nacionales. Los medios de comunicación han especulado las razones que lo tienen preso, pero poco se ha dicho de los antecedentes y de ciertos actores, ahora en el poder, que pudieran ser los causantes de ese hecho.

Y la realidad es que esos actores y esos antecedentes de orden político, tienen nombre e historia: el presidente López Obrador y René Bejarano, el célebre “Señor de las ligas”. Collado y Bejarano están eternamente ligados desde esos tiempos y han transitado con pericia por las alcantarillas del sistema político mexicano.

Solo debemos vincular dos situaciones, ahora vigentes: Por un lado, el partido Morena, la esperanza de México, y por otro, el Movimiento Nacional por la Esperanza. El primero, el partido que llevó a AMLO a la presidencia. En segundo lugar, la organización política de René Bejarano y su esposa Dolores Padierna, que diversos videos acaban de vincular a la criticada desaparición de las estancias infantiles y a ciertas condicionantes con ofrecimientos de programas y apoyos gubernamentales. 

Y bastaría con releer dos documentos reveladores sobre aquel estruendoso video presentado el cuatro de marzo de 2004 en El Mañanero de Brozo en Televisa, donde se observa al empresario Carlos Ahumada -exnovio de Rosario Robles- entregando miles de ligados fajos de dólares a René Bejarano, entonces secretario particular de Andrés Manuel, en ese tiempo Jefe de gobierno del Distrito Federal, acción que ayudó junto a otra simultánea acusación sobre Carlos Ímaz, apostando en Las Vegas, Nevada, a que en la elección del 2006, por medio punto porcentual en las votaciones AMLO no obtuviera la presidencia que ganó Felipe Calderón.

Los documentos que revelan la importancia y repercusiones de ese “complot” (según palabras de López Obrador en esa época), y que pueden ser consultados, son la interesante entrevista del portal Sin Embargo a René Bejarano, y también, la carta que tuvo que enviar Fidel Castro Ruz para aclarar su posición personal respecto a Carlos Ahumada, a México y a un molesto y ya poderoso AMLO. El presidente de Cuba tuvo que hacerlo debido a que Ahumada fue detenido en Cuba y extraditado a México, donde cumplió algunos años de prisión, a raíz de esos hechos que perjudicaron notablemente a Bejarano y al actual presidente de México.

En la entrevista “¡Por AMLO, me la comí todita!”, Bejarano hace sentir sus pensamientos y dibuja acciones a futuro, cuando desliza que tiene cientos, miles de libretas con datos e información sobre su caso y los participantes. 

Los actores que participaron en diferente medida en esa descarnada puesta en escena de las ligas conteniendo dinero, resaltan Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles, Carlos Ahumada, Gustavo Ponce, Carlos Ímaz, René Bejarano, Diego Fernández de Ceballos, Carlos Salinas de Gortari, Juan Collado, Federico Doring, Bernardo Gómez y Víctor Trujillo (Televisa) y Macedo de la Concha, entre otros.

La revisión anterior muestra que René Bejarano, es “el profesor” de siempre en la izquierda patria, y también el que ha manejado importantes estrategias políticas, financieras y de operación de programas sociales de López Obrador. 

Por ello no es nada remoto que el propio Bejarano sea el casi invisible maquinista de la locomotora que viene arrollando sin contemplaciones a toda esa gente que se atrevió a ponerse en el camino de su líder y maestro. Comenzaron con Juan Collado, sigue Rosario Robles, irán por Federico Doring, y quizá después vayan por el jefe Diego, aunque ese viejo tiburón es dios de las profundidades y mago de los blindajes.

En esas ligas políticas también cobra vigencia la sentencia popular: “Se le olvida al que preña, a la preñada jamás”. 

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