Corría la década de 1880 en España cuando surgió La Mano Negra, una mítica organización anarquista de la región de Andalucía. Con ese nombre, treinta años más tarde en Serbia, apareció una organización terrorista de ideología nacionalista, que adquirió notoriedad internacional porque sus acciones desestabilizadoras en la zona de los Balcanes originaron la Primera Guerra Mundial.

En México, La Mano Negra fue célebre durante los años de 1930 a 1950. Comenzó como un movimiento antiagrarista comandado por Manuel Parra y cientos de guardias blancas que se conducían bajo el cuento de que con sus armas “mantenían el orden perdido” y de que eran apoyados por el ejército y por el gobierno del estado. A ese temido grupo con sede en la naolinqueña hacienda de Almolonga, se le atribuyeron 40 mil asesinatos de campesinos y un nunca aclarado magnicidio en el café Tacuba de la Ciudad de México en junio de 1936: el atentado contra Manlio Fabio Altamirano, el entonces gobernador electo de Veracruz.  

Y la mano negra vuelve a estar de moda en esta época, gracias a una expresión del presidente de la república, surgida el miércoles pasado con motivo del amotinamiento de la Policía Federal, que se resiste a integrarse a la Guardia Nacional en las condiciones que les ordenan sus superiores.

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López Obrador explicó y argumentó el problema de la toma de carreteras y edificios de ese día, acusando que “hay mano negra en el motín de los policías federales que se sienten agraviados”.

De manera coincidente en estas semanas, algunos voceros oficiosos y opinadores descontrolados en Veracruz, han encontrado el petate del muerto para tratar de justificar deficiencias operativas y carencias profesionales.

Por un lado, vuelven con el rollo de que los medios exageran la problemática de seguridad pública, de falta de resultados y de ausencia de recursos públicos en las arcas de gobierno. 

Otros comedidos paisanos del sur, refiere el periódico Imagen del Golfo, ya encontraron la mano negra de las manifestaciones de empleados municipales ocurridas en fechas recientes en contra del alcalde Víctor Carranza en Coatzacoalcos.

Respecto a la mano negra de la policía federal, primero surgieron los nombres de Bucareli y Miguel Ángel Osorio Chong. No podía faltar Alfonso Durazo, el padrino de la guardia nacional, para deslizar ayer que Felipe Calderón era la mano negra tras la movilización de efectivos y mediatización del problema. En conclusión, el PRIAN es el culpable, de nuevo.

Y está todo tan manoseado y desaseado, que tampoco faltan las manos negras en la selección nacional de futbol que trae un mediocre torneo de Copa Oro. Tampoco se han ocultado las manos negras que mueven al PRI hacia su tumba política.

Como que son demasiadas manos negras y petates de muerto para distraer y justificar tanta ineficiencia, desorden y valemadrismo en la vida nacional.

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