José Antonio Flores Vargas

Lo ocurrido ayer en Veracruz, indica que comienza a cristalizar lo que puede ser un cambio profundo en el estado de Veracruz, para dar por acabada una etapa de demolición política y económica, e iniciar una de reconstrucción, en muchas de las áreas de la vida pública del estado.

A través de la elección del nuevo gobernador, se da un resultado esperado por todos aquellos que anhelaban un cambio, aunque sorprendente para la propia clase política del estado.

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Días antes de las votaciones, se empezó a percibir un panorama confuso que ayudó a acelerar el resultado preliminar que dio a conocer el Organismo Público Local Electoral (OPLE), minutos antes de la media noche.

El bombardeo de “encuestas a la carta” que circularon en medios de comunicación nacionales y locales y en redes sociales, así como las proclamaciones triunfalistas anticipadas, aumentaron el hartazgo social, que se reflejó en las tendencias preliminares, dadas a conocer por la autoridad electoral.

Ayer mismo, se presentaron otras señales que auguraban cómo podría concluir el día. Una de ellas, la retención del senador Fernando Yunes Márquez, hijo del candidato de la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes, que trascendió en todos los medios de comunicación y que las propias autoridades estatales convirtieron en un innecesario bullicio.

Una más, es que al parecer, los que estaban en la guerra electoral llegaron desmotivados para enfrentar quizá, la que sería la contienda mas importante en su carrera política. Sus discursos fueron de medio pelo.

Tal vez conociendo estas circunstancias, dos ex gobernadores veracruzanos, que hicieron valer su derecho de voto, no dieron aliento o señales de que todo caminaba viento en popa para su partido. Fidel Herrera dijo que “no le temía a la alternancia” y Miguel Alemán señaló que el equipo del actual gobernador era “gris”.

Ahora bien, ante el escenario que se dibuja en Veracruz, no se auguran tiempos gratos para muchos de los que han estado involucrados en ese estado de cosas turbias, y tampoco para aquellos que participaron directamente en las campañas políticas.

Lo que ocurrió en la entidad, sin lugar a dudas, llevará a varios ajustes de cuentas, que podrían tener semejanza con ‘La noche de los cuchillos largos’, ocurrida el 30 de junio y la madrugada del 1º de julio de 1934, cuando se dio una purga política para asegurar el éxito del nuevo régimen de gobierno en Alemania.

En los días o semanas por venir, conoceremos el nombre de los infortunados personajes que sufrieron las consecuencias de esas filosas decisiones, las cuales provienen desde el centro del poder, derivadas de la aplicación de la famosa política de la gallina.

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