Ayer se realizó la comparecencia del gobernador de Veracruz en el congreso estatal para concluir la glosa de su segundo informe de gobierno. Cuitláhuac García Jiménez no abundó más de lo que ya habían expuesto sus colaboradores en las comparecencias que marca la ley.

La sociedad veracruzana sabe que no hubo suficientes resultados contantes y sonantes, aparte de los federales, que se puedan atribuir al ingeniero y académico. Como al presidente y a muchos gobernantes del país, la pandemia de coronavirus le cayó a Cuitláhuac “como anillo al dedo”. Muchos recursos y tiempos laborales serán justificados con las terribles circunstancias que conlleva el problema del Covid-19, que casi alcanza los seis mil decesos en el estado. 

Lo rescatable del evento de ayer en el congreso fue la participación del diputado panista Omar Miranda, el que como representante de la segunda fuerza electoral, no podía desaprovechar la oportunidad para exhibir las deficiencias, que a juicio de él y de su partido, está cometiendo el gobierno cuitlahuista.

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El diputado habló de la demanda más sentida, que es la de la seguridad pública, de los cientos de desaparecidos, de la alcaldesa recientemente asesinada y de lo que no hay avances todavía en materia de justicia. También reiteró el mal manejo de la pandemia, el de las observaciones y los señalamientos por 2 mil 400 millones de pesos que hizo la Auditoría Superior de la Federación. 

Dijo que el gobierno ni ve ni oye a los empresarios afectados y recordó los mil pesos para apoyo o despensa que este gobierno da a una familia para sobrevivir un mes entero. Pero anticipándose, ya había dicho que ese segundo informe de gobierno era solo un “compendio de fábulas”. 

Para contrarrestar los cuestionamientos del legislador, Cuitláhuac García sacó y le dedicó el vasto compendio de fotografías que forma parte del informe, con el que “por primera vez”, argumentó el mandatario, se demuestra lo hecho en favor del pueblo. Al mismo tiempo se burló de la unión opositora del PAN con el PRI, que no venía al caso, pero que al mencionarla denota molestia y preocupación.  

Pero la sequía de resultados del gobierno de Cuitláhuac la puso de manifiesto el intenso verdor mostrado en su comparecencia por la contralora Mercedes Santoyo, la que solo buscó salvar su pellejo, al nivel de una modesta funcionaria de municipio pequeño, evidenciándose a ella misma sin darse cuenta y sobre todo, al equipo en general. 

La señora no retomó la creciente insistencia sobre la falta de obra pública, que ella debió contrarrestar con datos duros. Pero sí remató con que el sistema estatal anticorrupción no opera eficientemente. Al final, los medios de comunicación se quedaron con la idea de que el 99% de los contratos eran por adjudicación directa y con ello echó a perder todo el discurso de la supuesta transparencia, eficiencia y eficacia del equipo gobernante y el del enorme esfuerzo para incidir en los municipios para modificar positivamente su entorno socioeconómico. 

Al hablar de 19,591 operaciones y que de ellas 19,400 se dieron por adjudicación directa, solo avisó de la pulverización de los presupuestos, reflejando pequeñas acciones que poco se ven en un territorio tan grande como Veracruz. Solo mencionó 23 licitaciones públicas nacionales y 4 estatales, lo que prueba que casi no hubo obras de infraestructura o de edificación de importancia regional, como los inconformes han expresado. Así como los cuitlahuistas lo han pintado, parece que solo hicieron banquetas, cuadras pavimentadas o cuartos dormitorio: puras pequeñas obras.

En su comparecencia, la funcionaria debió haber abundado en detallar la obra pública, si es que la hay, y si es que existe tanta, como afirman, en lugar de haber enfatizado las denuncias, las medidas correctivas y otras cosas minúsculas no tan importantes para la sociedad y para los diputados.

Y otro aspecto poco comentado: si la señora contralora estaba revisando los procesos licitatorios, por qué no alertó al gobernador para corregir la deficiencia. O por qué no dio información sobre auditorias forenses o integrales a obras públicas con verdadero impacto. ¿O es que todos los expedientes los revisó en octubre, y ya no se podía hacer nada? 

Con esos dichos u omisiones, la cosa se le puso peor a la Auditora General del Estado, que está revisando la Cuenta Pública. Cómo hará esa instancia para no observar y sancionar los cientos o miles de procesos de contratación realizados casi todos por adjudicación directa. Abusaron del dedazo.

Mercedes Santoyo se fue por lo fácil y tiró la pelota fuera de su cancha. Pero esta fue a dar a los campos del ORFIS de Delia González y a todo el equipo directivo de su gobernador. A ver si esa pelotita ingenua y descuidada no se convierte en una bola de nieve que hunda a varios, comenzando por ella misma. Pero esto es el resultado de intentar trabajar con el menor esfuerzo y sin responsabilidad acorde con el puesto. 

Y si la soberbia y la autocomplacencia cuitlahuista siguen haciendo de las suyas, que se olvide AMLO de cualquier transformación en Veracruz. No hay resultados al nivel de un gobernador. Ni se acabó la robadera, ni es tan honesto el equipo, ni tampoco terminó con las mentiras. La sequía de Cuitláhuac quedó al descubierto. 

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