Las condiciones políticas de Veracruz y las circunstancias personales de Fernando Gutiérrez Barrios se conjuntaron con las ambiciones de Dante Delgado Rannauro para que este pudiera convertirse en gobernador sustituto el primero de diciembre de 1988. Meses antes Gutiérrez Barrios había sido invitado para ser el secretario de gobernación en el gabinete de Carlos Salinas de Gortari a partir de esa fecha.

Cabe recordar que un poderoso consejero del gobernador Gutiérrez Barrios fue el encargado de comunicarle a Dante la designación en su favor, misma que se haría efectiva en el último minuto del 30 de noviembre de ese año, con la operación política del diputado Miguel Ángel Díaz Pedroza, pero supervisada por el puntilloso mandatario estatal.

De la gestión gubernamental de Delgado Rannauro mucho se ha dicho y escrito. De su etapa posterior todavía más, incluidos los quince meses que vivió en calidad de “preso político”—como él mismo definió después—en Pacho Viejo. 

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De la formación y desarrollo de su partido Convergencia por la Democracia, ahora Movimiento Ciudadano (MC), existe demasiada información en los medios de comunicación y en la conversación de los actores políticos del país y de Veracruz, estado donde, para favorecer el proyecto sucesorio de Yunes Linares, hizo política en coalición con el PAN y el PRD. También corre mucha información de sus actuaciones como dirigente de ese partido o como senador en el Congreso de la Unión.

De lo último que se menciona en Veracruz sobre Dante, es el rumor de que su partido podría incluirse en un bloque opositor junto a dichos partidos y el PRI para arrebatarle la gubernatura a MORENA en 2024. Se habla de una entrevista con Loret de Mola donde avisa que podría buscar la gubernatura sin acompañamiento de otros partidos. Y desde que gobierna AMLO, también han trascendido sus tres cartas donde lo conmina a ser verdadero jefe de estado, a gobernar bien y a que recuerde a la sociedad que lo llevó a Palacio Nacional.

Con todo ello, y a como se perciben los escenarios, puede afirmarse que Dante Delgado juega ya su última carta en Veracruz. Última, desde el punto de vista biológico, dado que, en el año 2024, el cordobés estará celebrando sus 76 años. Si se decidiera a buscar la gubernatura para sí mismo y la ganara, el sexenio lo terminaría con 82 años a cuestas. En favor de esa idea, recordemos que la ley le permite ser candidato a gobernador constitucional.

Podría ser que Dante tratara de convertirse en candidato al cargo. Pero también podría buscar a un candidato con tamaños y fortaleza económica para proponerlo a través de MC. Y lo que observa el exgobernador sustituto, es que las complejas condiciones políticas y sociales resultan favorables para concretar ese objetivo emecista. En Veracruz Cuitláhuac García conduce un gobierno débil y cuestionado y las elecciones intermedias se prevén muy complicadas para el régimen morenista. Los recientes triunfos priistas de Coahuila e Hidalgo hacen pensar en que el gigante obradorista tiene pies de plomo y que se mueve lentamente sobre suelo pantanoso. 

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Dante Delgado le ha enviado sus cartas a López Obrador, y quizá éste, entienda que aquel le habla así, porque el senador quiere la gubernatura jarocha y por lo tanto, con eso se calmaría. 

Pero conociéndolo tan bien como lo conoce, el tabasqueño podría optar por desquitarse o vengarse de los agravios pendientes. Andrés Manuel podría echarle a andar a la Unidad de Inteligencia Financiera y hacerle una auditoría al partido, a su familia, a sus empresas y a sus socios de proyectos. 

Y es cuando surgen varias preguntas que solo el tiempo nos contestará: ¿Se está jugando Dante su última carta en Veracruz? ¿Logrará colocarle un jonrón al nuevo rey mexicano del beisbol? ¿Acaso López Obrador se la jugará con Dante en Veracruz, o preferirá al PRI o a otro para esos lances?

Y la interrogante fundamental en estos escarceos preelectorales llega a la realidad: ¿Tendrá el senador suficientes armas y argumentos para afrontar un inoportuno contraataque de la SHCP, vía Santiago Nieto? Porque en un manotazo de la semana pasada, casualmente aparecieron algunos talentos veracruzanos en una lista de 119 empresas factureras.

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Extrañas coincidencias. Puede ser un simple golpe con efecto mariposa, aunque hasta ahora se desconoce al triste destinatario. No sea que López Obrador esté contestando algo así como “Mira Dante, con relación a tus cartas, aquí tengo estas cuentas”.

Dicen que el que se enoja, pierde. Y tampoco se olvide que a los veracruzanos les gusta mucho el deporte de la pelota caliente. 

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