22.02.2016

Cuántas ocasiones hemos escuchado en estos últimos días la palabra corrupción. Son innumerables. Tanto a nivel nacional y estatal sale pus por todos lados, pareciera que esta nueva generación de gobernantes están comprometidos en enriquecerse a costa de las arcas públicas; es una forma sencilla, al final todos se encubren.

Desde hace algún tiempo se anunció que el tema fundamental para las campañas políticas iba a ser el de la corrupción y con pasodoble se escucha el discurso. Hasta antes de los hechos que dio a conocer la Auditoría Superior de la Federación, era catastrófico pronosticar el verdadero problema en que se encuentra Veracruz. Hoy se conocen los datos oficialmente por mucho que se quiera tapar el sol con un dedo.

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Lo que enfrenta el gobierno de Veracruz es un problema grave, serio y no puede ser minimizado por la clase gobernante argumentando que es un tema político. Vaya costumbre de aventar migajas. Esto es un tema legal, de indisciplina administrativa que descubre lo que la sociedad sospechaba: corrupción. No pueden dejar de aceptarse los errores y actos indebidos de los funcionarios veracruzanos. La guerra de declaraciones políticas intentan relacionar el asunto porque están próximas las elecciones.

Los aspirantes a gobernar Veracruz, en los próximos dos años, harán su trabajo y aprovecharan cualquier circunstancia a su favor para sacar provecho, es su tarea. Sin embargo, ya es notorio lo que NO hicieron y SI crearon los “ministros” gubernamentales en el 2014. Por lo tanto, se está hablando de dos temas diferentes: la estrategia de los candidatos y la culpabilidad de los funcionarios.

En el caso de los “administradores públicos” de Veracruz, estos quieren diluir y distraer la atención de la ciudadanía señalando que son “tiempos electorales” y por ello el ataque a Veracruz. No, esas son aberraciones discursivas, pretextos baratos que lo único que generan es la presunción de que en el fondo de esto hay mas, mucho mas.

Los que deben responder son todos aquellos que simplemente no hicieron la tarea como lo mandata la ley. Si se adjetivan como corruptos es porque se sentaron en un lugar donde ni siquiera conocían el legal funcionamiento de la oficina donde despacharon o despachan, según sea el caso, y aquí están las consecuencias de aplicar la política ancestral mexicana: el importamadrismo.

Independientemente de que se debe castigar a los responsables del desfalco político y financiero que vive Veracruz, y toda vez que los “distinguidos” suspirantes a sentarse en la silla de palacio de gobierno están “muy preocupados” por el futuro de los veracruzanos, deberían, desde ahora y antes de presumir su cumplimiento con la iniciativa de la Ley 3 de 3, hacer un examen introspectivo para conocer cómo está la situación de su pasado político y la de sus fieles escuderos.

El gran teatro de la política vive. También la máxima que dice “La zorra no se ve su cola, ni el zorrillo su fundillo”. (AF)

 

 

 

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