José Antonio Flores Vargas

Cuando a finales de agosto de 2013 se conocieron los nombres de las dos principales colaboradoras que tendría la nueva Rectora de la Universidad Veracruzana, sus adversarios encontraron motivos para cuestionar su elección al frente de la máxima casa de estudios del estado.

A ellos, como a otros actores universitarios, les pareció que se habían agotado las posibilidades de cambio en la universidad y que seguirían los mismos vicios y deficiencias en que había incurrido su antecesor.

Anuncios

Las palabras contenidas en los primeros discursos de Sara Deifilia Ladrón de Guevara González, explicaban la elección de ese equipo en la Rectoría. Cuando dijo que la tradición y la innovación serían sus premisas de trabajo, se entendió la presencia de Leticia Rodríguez Audirac y de Clementina Guerrero García, como sus brazos ejecutores.

No faltaron críticas periodísticas y en los propios pasillos de la universidad, en el sentido de que un grupo de amazonas habían llegado a coronar las lomas del estadio.

El primer caso que exhibió a Sara Ladrón de Guevara, fue el de los 8 desafortunados estudiantes golpeados y torturados hasta el cansancio, una noche de junio de 2015, en una vivienda de la ciudad de Xalapa. De ese incidente, la rectora guardó prudente silencio, mientras que en las aulas se decía que la policía estatal era la culpable.

Pero los muchachos agredidos sí tuvieron el apoyo de la comunidad universitaria, la que inclusive realizó una marcha multitudinaria el 8 de junio por las principales calles de Xalapa.

Olvidado ese penoso incidente, unos meses más tarde, cuando se acumularon las deudas del gobierno con la universidad, y se llegaron los tiempos electorales para la elección a gobernador, la rectora entendió que debía entrarle a la política, en busca de apoyo futuro para su propia reelección en 2017.

Con un gran despliegue de recursos universitarios, y apoyándose en la oposición generalizada contra el gobernador Javier Duarte, con quien había tenido buena comunicación al inicio de su rectorado, el 10 de marzo de 2016 organizó en Xalapa una megamarcha con 30,000 asistentes, para reclamar más de 2,300 millones de pesos que el gobierno estatal les adeudaba desde hace varios años. En la plaza Lerdo, ante su multitudinario público, habló de los sueños rotos por la falta de ese dinero.

Después de esta muestra de fuerza, y habiendo ganado la gubernatura Miguel Ángel Yunes Linares, la rectora dejó los reflectores y no habló más del tema. Desde luego, hasta ahora no se conoce el detalle de la deuda reclamada, ni las obras suspendidas, programas no realizados, pasivos por pagar a maestros o proveedores, o número de estudiantes por zona, que no pudieron atenderse por la falta de esos recursos.

En cambio, sí se conocieron invitaciones del gobernador electo, para que la Universidad participara en la elaboración del Plan Estatal de Desarrollo 2017-2018 y para realizar la auditoría a los sexenios de los gobiernos de Fidel Herrera y de Javier Duarte.

Del Plan, la rectora dijo que también era su plan, y que por supuesto, de las auditorías, que mejor ni le hablen, porque no es ninguna ingenua.

Sobre la invitación a trabajar con Yunes Linares, dio una comprensible negativa. Lo único que aceptará, es su respaldo para conseguir la reelección en 2017, para desde el rectorado, buscar ser candidata a gobernadora en 2018, como ya sugieren sus admiradores y apologistas.

Lo único que faltará en 2017, es comprobar si funcionó como Rectora. Conocer si alcanzó a cumplir los tres ejes de su Programa de Trabajo Estratégico 2013-2017.

Saber si hubo innovación académica con calidad. Si tuvo presencia en el entorno, con pertinencia e impacto social. Y si realizó un gobierno y gestión responsables y con transparencia. O si por el contrario, utilizará el argumento de la deuda como motivo de incumplimiento.

El resultado del rectorado de Sara Ladrón de Guevara nos permitirá saber si hubo innovación. Si no la hubo, es que todo quedó en simple tradición y exceso de ensoñación. Y quedará claro que las cuestiones sustantivas de la Universidad, pueden esperar para otros tiempos.

Aunque para ser más claros, Sara Ladrón de Guevara no toca ni una cuerda.

Publicidad