Uno de los personajes xalapeños que quedará en la vergonzosa historia veracruzana del siglo XXI es el maestro Atanasio García Duran, prolífico padre “de más de cinco”, pero no será por su gris paso por la izquierda xalapeña, será por su persistente y grosera intervención en el gobierno de Veracruz, donde el tipo no se limitó a aconsejar en temas de la gobernanza y la “cultura de las masas” al gobernador, sino que también puso sus granitos y granotes de arena para construir futuros promisorios a varios de sus descendientes, en cualquiera de sus variadas ramas familiares.
Lo primero que organizó fue una serie de conferencias doctorales, con cargo a los presupuestos estatales, y para solaz familiar, la pavimentación de calles y la construcción de edificaciones sospechosas en las faldas del cerro Macuiltepec que ya andan investigando algunos admiradores de este zorruno intelectual.
El buen Atanasio no se conformó con haber colocado a su bailadora creatura consentida en la gubernatura, abusando de la confianza de AMLO. Tampoco se preocupó en las constantes pifias e irresponsabilidades del hijo en el palacio y en el territorio. Mucho menos en las andanzas monetarias del primísimo líder de Unidos Todos subsecretario de SEFIPLAN, grupo de piratas bautizado por el esposo de Nahle como “Bandidos Todos”.
Menos aún, don Atanasio se preocupará por los “artísticos” caprichos de Tonatiuh, otro de sus vástagos y un apresurado “director de cine”, a quien le compraron un premio en Rusia, le financiaron la exhibición de él y de su película, y a quien ahora le prestan de vez en cuando la dirección huésped de la Sinfónica de Xalapa, sin ser más que un mal y oscuro ejecutante de viola, avenido en un “brillante” manejador de la batuta, quien por designio paternal, debe dejar su huella en los anales de la música culta.
Todavía con el poder cuitlahuista antes de la elección, el travieso Tona consiguió tres días de conciertos didácticos, acompañado de buenos actores de teatro, que se dejaron mal dirigir en esa rama, para cumplirle el capricho escenográfico, mal visto por los abnegados músicos y el director, que admitieron esa invasión, con el pretexto y orden superior de unos días de revueltas (de corriente izquierda) para los niños en la Sala Tlaqná.
Pero la intromisión atanasiesca llegó a otros sectores, arrasando lo que hubiera, para llevarse el primer lugar veracruzano en el orgulloso nepotismo familiar, no visto antes, quizá porque no había tanta hambre en el mundo de la política.
De manera increíble en el horizonte aparecieron como mariposas negras, dos mujeres que inmediatamente las voces populares identificaron como cercanísimas familiares de Cuitláhuac, de apellido Cayetano y también con olor y mañas del apellido García, pero este disimulado u oculto en afanes virtuales.
La primera que hizo gracioso vuelo en el horizonte fue Doreny Cayetano, también buena para el baile, a quien sin trayectoria ni merecimientos técnicos designaron como secretaria de trabajo y previsión social; después la mencionaron como posible candidata a la gubernatura; también después como candidata a senadora, que tiró Nahle, y que finalmente entró como con calzador, como la única mujer cuitlahuista que alcanzó una candidatura a la diputación local.
Lo que menos se le recuerda a esta joven y ambiciosa señora en la burocracia estatal, es su afán de despedir colaboradoras por causas tan pequeñas, bien vistas y justas, como un simple embarazo, con el argumento de que “tengo que decirte que ahora no me sirves, lo siento”. Una candidata y posible diputada morenista, que se llena la boca hablando de los derechos de las mujeres, de la igualdad y de puro blablabla al estilo de papá.
Otra hermana de esta, es la abogada Ailett Cayetano, identificada en el tribunal como “Ahí les va”, desde que la colocaron como magistrada en el Poder Judicial, y su joven esposo Elio Hernández, inventado como Secretario de Infraestructura y Obras públicas, un pequeño ingeniero, a quien se le están borrando o deshaciendo los pavimentos de caminos, puentes y calles urbanas y que dejará para algún funcionario que sí sepa construir, la culminación del Estadio Pirata Fuente en Veracruz, y el famoso Esqueleto del Halcón en Xalapa, que quién sabe cuándo y a qué costo, se terminarán.
Ese esqueleto del halcón, es lo que ahora pretende dejar en comodato Cuitláhuac, el peor gobernador que ha tenido Veracruz, que anda como novio, con el traje cubierto de billetes y de tarjetitas de reconocimientos de honestidad, colgados del traje con alfileres que le regaló el presidente amigo de papá, antes de que en cambio de gobierno lo lleve a prisión por corrupción y otras grandes irresponsabilidades.
Esta es la herencia a Veracruz, de grandes pérdidas en seis años, originada desde las secretas ambiciones y compromisos morales del profesor Atanasio García Duran, ninguno de ellos con la esperanzada población veracruzana que otra vez, equivocó su confianza.