En la celebración del Día Internacional de la Mujer, es necesario reconocer el creciente papel de las mujeres en la evolución de las sociedades del mundo. En este primer cuarto del siglo XXI, no se concibe el crecimiento de las actividades productivas, científicas, políticas y culturales sin la determinante participación del género femenino.

En los albores del siglo pasado las cosas eran totalmente distintas. Alguna vez la poeta María Enriqueta Camarillo desveló las vicisitudes de sus inicios como escritora: “Empecé a escribir muy joven con el pseudónimo de Iván Moszkowski. En ese tiempo, la mujer no tenía posibilidades de manifestarse en ámbitos políticos, científicos o literarios. Era difícil que te publicaran en los periódicos”.

Por fortuna para la civilización, hemos fortalecido y puesto en práctica los conceptos de igualdad y equidad cuando se trata de buscar un equilibrio en la vida de las personas y en la vida de las naciones. Los géneros masculino y femenino deben tener la misma estatura, iguales obligaciones y derechos. Y no son pocas las mujeres que sobresalen día a día en todo tipo de actividades. Podría afirmarse que la familia, la sociedad y las instituciones del mundo existen gracias al importante aporte de las mujeres.

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Pero no siempre existe ese reconocimiento. Esta semana en Veracruz, se dio un caso que denigra a las mujeres y que debiera llenar de vergüenza al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares. Al gobernador lo eligieron los veracruzanos; y él, como mandatario de ellos, invitó a diversos colaboradores para que lo ayudaran a cumplir con las atribuciones legales que establece la Constitución local. Por tanto, debiera existir un respeto de esos colaboradores -empleados de Yunes Linares-, primero, hacia la sociedad que demanda resultados al que eligió conforme a la Ley, y después, a las distintas autoridades y representantes de la sociedad, en este caso los senadores, diputados y presidentes municipales.

Esa sería una actitud loable de un colaborador hacia la sociedad y sus representantes, que honraría a quien lo invitó a formar parte de su equipo.

Y la referencia es en relación a la reacción desmedida y grosera, tonta e inconsciente que en contra de la diputada federal Rocío Nahle, mostró un lenguaraz secretario de despacho recientemente nombrado en la Secretaría de Desarrollo Social estatal. Su respuesta fue exagerada ante un severo cuestionamiento de la legisladora. Y el funcionario la dijo, no en una entrevista de banqueta, lo expresó abiertamente en las propias oficinas de la coordinación estatal de comunicación social.

Calificar como “diputada mitotes” –como lo reitero varias veces en su intervención- a una diputada del Congreso federal, es en sí todo un despropósito y una falta de respeto. También indica una actitud misógina y retrógrada. Fundamentalmente denota ignorancia sobre el papel que juegan los legisladores.

Desde luego, muestra absoluto desconocimiento de lo que es la libertad de expresión y de lo que señala el Artículo 61 de nuestra Carta Magna: “Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas”.

Hace algunas semanas los xalapeños se indignaron debido al deleznable actuar de uno de los funcionarios recién nombrados por su alcalde. El munícipe entendió que debía sustituirlo para no perder la confianza de la ciudadanía que lo había pedido expresamente por diversos medios. Al final tuvo que nombrar a alguien con trayectoria y tablas en el cargo. Hipólito Rodríguez hizo bien al escuchar a la sociedad.

José Rodrigo Marín Franco, el nuevo secretario de la SEDESOL estatal, fue un oscuro subsecretario fantasma, un funcionario ausente, a quien poco vieron en esa dependencia y casi nadie sabía qué es lo que hacía.

Miguel Ángel Yunes Márquez debiera continuar utilizándolo como amigo cercano y como operador político, lejos de Xalapa y los reflectores institucionales. Hay lenguas que destruyen a quienes tienen cerca. Y por otro lado nadie es infalible. Vale corregir para acertar. Lo importante es no arriesgar más la campaña. Y después de todo, el aprendiz de político, lo que quiere es ir a la diputación. Que espere su turno, pero fuera de una dependencia donde lo que debe haber es sensibilidad social.

Ante casos similares, el exgobernador Miguel Alemán hablaba de las calabazas que se caen de la carreta. Y la conseja popular indica que para concretar los grandes negocios hay que alejar a los perplejos con iniciativa.

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