A principios de año el presidente López Obrador prometió al norte de Veracruz un ambicioso programa carretero. Ese día incluso recordó haber sufrido los malos caminos existentes en la huasteca jarocha.
En ese tiempo el gobernador del estado refirió en su discurso una inversión conjunta de cinco mil millones de pesos para infraestructura carretera y anunció para su primer año un paquete de 120 acciones de mantenimiento y rehabilitación de caminos y construcción de puentes.
Una de las primeras obras construidas este año fue en el municipio de Alto Lucero. Cuitláhuac García visitó a esa cabecera municipal para inaugurar el pavimento hidráulico a Cerrillo de Díaz y de ahí hasta la localidad de Jacales. En esa ocasión habló de realizar la reparación del puente Colipa, actualmente en proceso.
Como parte de esos trabajos, meses después se inauguraron las obras de concreto hidráulico en los tramos Paso Viejo-El Domingal y la vía Aparicio-El Diamante en Vega de Alatorre. En Tecolutla se arregló con concreto el camino La libertad-Pino Suárez.
La semana pasada en San Rafael se inició la construcción también en concreto hidráulico de la carretera que conduce a la localidad de Tres Bocas.
En la zona de Poza Rica se invierten 200 millones de pesos en arreglo de avenidas de esa zona metropolitana, en la rehabilitación del libramiento Bicentenario y en la modernización a cuatro carriles de la carretera que conduce a Coatzintla.
En todas estas acciones y anuncios de obra resalta mediáticamente la participación del subsecretario Fernando Elías Guevara, nieto de un poderoso empresario y político alemanista de esa región, quien impulsa al joven egresado del Tecnológico de Monterrey para que pueda cumplir sus sueños de grandeza: ser diputado, alcalde de Poza Rica o, por qué no, hasta secretario de la SIOP.
Oportunas las noticias de la obra pública cuitlahuista, por dos razones: primera, porque el pueblo quiere conocer resultados de gobierno y, segunda, porque el régimen morenista ha iniciado un proceso de renegociación o reestructuración de la deuda veracruzana por cerca de 42 mil millones de pesos, y quiere saber de beneficios tangibles con esa medida.
Es bueno que el mandatario estatal asegure que en lo que resta de su gobierno, esa reestructuración liberará flujos de efectivo por 2,700 millones de pesos que, al no destinarse a pago de intereses y capital, podrán ser canalizados a la obra pública urgente que Veracruz necesita después de una década de ausencia de ella.