Feliz, feliz, feliz como su pueblo bueno, será el próximo periodo decembrino para Andrés Manuel López Obrador. Este martes el presidente se casó y se embarcó en una nueva etapa con el gobierno de Donald Trump. El mandatario mexicano vislumbra una era extraordinaria para la nación y para su proyecto político. Un día redondo en el que recuperó credibilidad y confianza. Eso piensa él y muchos más.

Los avances en la aprobación del tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos, así lo confirman. Y ratifica esa percepción, la detención de Genaro García Luna, un connotado panista y el más alto funcionario de seguridad en el régimen de Felipe Calderón, suscitada mismo en el país del norte.  

Y necesariamente, el tema T-MEC y el asunto García Luna, modificarán en mucho las estrategias del presidente de la república y las de los grupos opositores en México. El primero quiere asentarse y asegurar su continuidad. Los segundos, necesitan sobrevivir y ganar adeptos, si quieren equilibrar la balanza, que hasta este momento se inclina con mucho peso hacia el partido en el poder y su líder y creador.

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López Obrador está casado cien por ciento con la política de su homólogo Donald Trump. Y este no termina de ensalzarlo. Pareciera que Trump es el primer morenista del planeta. Pero lo será, mientras AMLO se plegue a sus necesidades, como hasta ahora. El tema de los migrantes centroamericanos así lo prueba.

Entre las lecturas que pueden hacerse, la detención de García Luna manda varios mensajes de López Obrador a las bandas del narcotráfico: Les ofrecí abrazos y ustedes creen que están ganando la batalla. Lean este mensaje sobre un alto funcionario de la seguridad nacional, a quien, por sus vínculos y negocios anteriores o presentes, acaba de ser apresado por el gobierno de Estados Unidos.  

Otra lectura es el mensaje a Fox, a Calderón, al panismo central y al de los estados del país, especialmente a Miguel Ángel Yunes Linares, el que, durante su época como gobernador de Veracruz, insultó constantemente al tabasqueño de mala manera. Por cierto, las aguas del El Estero se agitaron fuertemente.

Pero hay otras lecturas sobre lo acontecido este martes. Ha trascendido que las últimas negociaciones para este tratado comercial, se llevaron a cabo sin la presencia de los empresarios y sus representantes. En los próximos días o semanas, seguramente empezarán a surgir situaciones raras, desventajas o imposiciones, convenidas en las alturas palaciegas, que pueden no ser las mejores para los dueños del capital en este lado de la frontera.

Estas consideraciones pudieran difuminarse en el ambiente mediante sendos distractores, si, como adelantan, surgirán una serie de cambios en el primer equipo lopezobradorista, que obligará a deshacerse de cartuchos quemados, de altos funcionarios, que, como aquel triste y rencoroso Bejarano, “se la tuvieron que comer todita por López Obrador”, y tuvieron que asumir culpas o decisiones incorrectas (como la de Ovidio y el Culiacanazo), que no fueron de nadie más que del propio ejecutivo federal. 

Por lo pronto, un triunfante Andrés Manuel prepara maletas para irse feliz, feliz, feliz rumbo a su rancho en Palenque, Chiapas. Unas merecidas vacaciones familiares le esperan. 

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