José Antonio Flores Vargas

Enrique Krauze es un historiador de gran valía; una de las voces nacionales más respetadas de Latinoamérica. Su forma aguda de describir el pasado de México, permite a la imaginación un verdadero paisaje de lo sucedido en el país. En muchas ocasiones ha señalado que la mayor sorpresa del siglo XXI, es la irrupción de la violencia en México. No le falta razón.

Ayer, el diario internacional El País de España, presentó una entrevista del historiador Krauze en la que habló sobre la descomposición moral de México, el fracaso de los últimos tres presidentes de la nación y sobre el acecho del caudillismo mesiánico. Tres temas importantes para reflexionar, en momentos complicados para el país.

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Decir que “los cuatro jinetes del Apocalipsis, la inseguridad, la violencia, la impunidad y la corrupción, están desbocados, incluso más de lo que estuvieron el siglo pasado” podría ser ficción, pero dolorosamente no es así. En el ambiente nacional y local eso es lo que hay, contrario a lo que algunos intentan ocultar.

Esos temas se insisten y repiten en diferentes momentos, pero muchos prefieren hacer oídos sordos. En el asunto de la inseguridad pareciera que ya nos acostumbramos a escuchar que en tal o cual lugar encontraron fosas clandestinas con cuerpos mutilados o calcinados. Que robaron o asaltaron un banco, una casa o lo que es peor, a una persona. Como éstos, podrían relatarse mas hechos desagradables.

El problema es que lo planteado por Enrique Krauze forma parte de la vida cotidiana y pareciera que nos vamos acostumbrando a ver y escuchar constantemente esos hechos. Ahí también nos vamos desbocando. No podemos habituarnos a lo que está afectando el corazón y sangre de México. La descomposición podría acrecentarse a niveles que quedarían fuera de control social.

El inicio del siglo XXI en México, fue una esperanza de renovación para millones de mexicanos, con la llamada alternancia política de la Presidencia de la República. Sin embargo, vivimos más de lo mismo. Nunca se dio la trasformación mágica que ofreció Vicente Fox. Felipe Calderón inició con las manos limpias y terminó con las manos repletas de sangre. Enrique Peña Nieto, aunque técnicamente está a tiempo, no ha podido demostrar que tiene un interés real para combatir la corrupción e impunidad que hiede en México.

Enrique Krauze afirmó que Peña Nieto ha decepcionado porque “siendo un hombre joven, que miró hacia delante con las reformas económicas, es un joven viejo. Piensa como viejo, actúa como viejo, tiene ademanes de viejo”.

No deja de ser un tópico interesante el que argumenta el director de Letras Libres. Dice que es necesario tener un “liderazgo ético” para sacar adelante al país. En esto último, los jóvenes tienen una gran responsabilidad social. Ellos pueden desarrollar y ejecutar el México que merece México.

Así pues, a los políticos no hay que verlos como dioses, ellos siempre hallan la oportunidad de ser oportunistas y de aprovecharse del pesimismo y la impotencia. México requiere un cambio y una actitud constructiva y enérgica de sus jóvenes. Octavio Paz hace cerca de 60 años, escribió El Laberinto de la Soledad con varios propósitos, uno de ellos, encontrar una identidad para los mexicanos. No podemos distraernos más.

 

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