¿Lo principal o lo accesorio, o acaso quiere todo? El viernes pasado, The New York Times dio a conocer la existencia de un decreto del presidente Donald Trump, donde él jefe de la Casa Blanca ordena y faculta a sus militares combatir en serio al narcotráfico en Latinoamérica.

Pero días antes su gobierno había duplicado el monto como recompensa para detener a Nicolás Maduro por su asociación con el Cártel de Sinaloa, elevando el premio a 50 millones de dólares, en tan sólo un mes. 

Y estas acciones hacen pensar que el mandatario estadounidense, que desea pasar a la historia, quiere cabezas importantes de la política y de otras áreas coludidas con el crimen organizado, además de detener efectivamente el ingreso de fentanilo y reducir el tráfico de drogas a su país, haciendo de este modo, algo real y sustentable para salvar a su sociedad carcomida por esa terrible y decadente lacra social que afecta a millones de sus connacionales y a todo el sistema de salud de ese país con elevados costos.

Estas dos noticias de agosto ya deben estar calando hondo en las dirigencias y grupos de poder de gobiernos latinoamericanos donde la democracia ha sido dañada para impulsar y fijar autoritarismos ajenos a los fines progresistas de los gobiernos debidamente sustentados por el voto libre. Cuba, Nicaragua, Venezuela y los demás gobiernos afines en ideología o modo de medrar, pueden estar en la órbita vigilada ahora con reflectores de alto poder por Estados Unidos.

La propia Claudia Sheinbaum mostró nerviosismo o preocupación, como se observó en su conferencia mañanera del viernes, y la presidenta debe hacerlo o sufrirlo, nadie lo duda, lo que reforzaría que la filtración de una lista de narcopolíticos mexicanos, principalmente vinculados a Morena y presuntamente en la mira del gobierno de americano, sí existe, y podría ser una de las cosas con las que Trump no está satisfecho con ella al tratar de “protegerlos para salvar al movimiento”, a pesar de que se ha esforzado en otras áreas para combatir a los cárteles.

El país vecino quiere cabezas de la política nacional para avanzar en sus propósitos de limpieza, y esas no llegan a sus instancias de justicia. Recuérdese que en México, su antecesor se envolvió en la cínica bandera del “Abrazos, no balazos” y fue asiduo visitante en importantes casas de Sinaloa. 

Es obvio que el presidente Trump quiere lo principal y lo accesorio, y si se puede, todo junto: líderes políticos embarrados con el narco, cabezas y grupos delincuenciales, y desde luego a los jefes principales de las mafias, si se puede, todo en el mismo paquete. Sólo así se quitaría el grotesco estigma de su primer periodo presidencial y podría hacerse de un decoroso lugar en la historia.

Se ve que el señor Donald Trump quiere hacha, calabaza y miel en materia de narcotráfico y sumisión ante el poderoso del norte. Ni más ni menos. 

Publicidad