José Antonio Flores Vargas

En este 2016 la administración pública de Veracruz ha estado en el ojo del huracán. Las denuncias ante la PGR por irregularidades en el gobierno de Javier Duarte y la fuerza avasalladora de Miguel Ángel Yunes Linares, el gobernador electo, han provocado que la sociedad se olvide de gran parte de los funcionarios que ocupan las principales oficinas.

Pero, qué fue lo que ocurrió con la mayoría de los funcionarios de primer nivel que colaboraron o siguen colaborando en este sexenio. La respuesta a esta pregunta es bien sencilla. Durante la época de Fidel Herrera y más en la de Duarte, las principales soluciones de gobierno se dieron en la oficina principal de Palacio. En el despacho del gobernador, se condujo al estado con decisiones a rajatabla, que no permitieron ningún tipo de cuestionamiento.

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También hubo otras oficinas donde se tuvo poder. Aquellas ocupadas por los colaboradores del primer círculo, bien conocidos en Veracruz. No más de diez funcionarios fidelistas y duartistas que disfrutaron de las mieles, y que ahora andan en boca de todos a causa de esas denuncias ante la PGR. Hay también otros de nivel inferior, que medraron gracias a la política del río revuelto y al esquema de la licuadora que utilizaron en la Tesorería de la SEFIPLAN.

Pero existen muchos otros, que fueron o son secretarios de despacho, cuyo comportamiento fue o es como el de los fantasmas o simples convidados de piedra. Los que continúan en esa tesitura, no se ven, no se oyen, y si hacemos caso a los decires populares, pareciera que ya no están haciendo nada.

En los últimos años, y particularmente en estos meses finales, no se sabe de obras públicas, programas sociales o acciones productivas que se estén realizando. Lo que sí se conoce, son las cada vez más frecuentes manifestaciones y protestas frente a las oficinas. Y da la impresión de que a esas oficinas, ya sólo van los empleados y algunos mandos medios, solamente a decir que no hay.

La gente se pregunta qué sucede con los secretarios de Trabajo, de Desarrollo Social, de Medio Ambiente, de Educación, Protección Civil o con los titulares de varias entidades públicas como CAEV, COBAEV y otras instituciones grandes en personal y en presupuestos. O no hacen nada importante, o no tienen nada que decir. En realidad, ambos supuestos son lamentables.

O acaso se cansaron del desgobierno de su jefe. O de la burla y la humillación a que suele someterlos el gobernador, con un trato denigrante que pocos mandatarios habían dado antes a sus colaboradores inmediatos.

Nunca como ahora, se ha visto a los mandos superiores haciendo mutis, o en el triste papel de convidados de piedra, que no ven, que no oyen, que no hablan, pero que sí cobran sus emolumentos sin reparo alguno, como vulgares chambistas, que aceptan lo que venga.

Las sagradas escrituras refieren que antes de destruir Sodoma y Gomorra, Jehová mandó a los ángeles a decirle a Lot, que para salvarse de los males que se avecinaban, se tendría que marchar inmediatamente con su familia, ordenándoles que no miraran atrás.

Sin embargo, la curiosidad ganó en el ánimo de Edith, esposa de Lot, quien por querer saber qué sucedía tras sus espaldas, volteó a mirar y al instante quedó convertida en estatua de sal.

La única explicación posible en torno a la actitud de los mandos superiores de esas dependencias y entidades que hacen como si trabajaran, es que por conveniencia, hayan preferido la comodidad de ser convidados de piedra, y caminar sin chistar, antes de recibir un castigo como el que sufrió la desdichada Edith.

En cualquier caso, esta situación recuerda a los regímenes dictatoriales. En ellos la frase usual de los colaboradores o chalanes es “sí señor, inmediatamente”.

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