El 23 de diciembre próximo Dante Delgado cumple 72 años de edad. Y los cumplirá en momentos de sutil divertimento, meciéndose en los cuernos de la luna. Su partido Movimiento Ciudadano crece en el país con imparable ascenso en la aceptación popular. Y el alvaradeño está plenamente consciente del estratégico papel político que juega en el escenario nacional y en la mente de López Obrador.
Y por si no bastaran los dones anteriores, el comandante emecista acaba de ser mencionado por López Obrador en una lista de 42 prospectos a la presidencia de la república por parte de los partidos y organizaciones de la oposición en 2024. Un listado de nombres donde, quizá cinco, entre ellos Dante, tienen real valía en esa distractora lista planteada por AMLO y acariciada por más de 20 egocéntricos soñadores.
Pero Dante no escucha cantos de sirenas, lleva muchos años demostrando que sabe moverse en los difíciles campos del poder. Y sabe que, para poder, primero hay que tener poder, y ese poder que necesita para luchas mayores, deberá seguirlo acrecentando y puliendo sin desenfocarse y sin ambición desmedida. Sabe bien que sus condiciones no son para buscar la presidencia, pero sí para hacer más grande a Movimiento Ciudadano, conservándose él, como jefe, timón y pivote. Y en ese sencillo entendimiento, Dante está consciente de que, bajo su dirección y tutela, puede arrebatarle Veracruz al morenismo. Y aquí viene lo interesante de estos meses respecto a esta alta posibilidad.
Engañados a sí mismos, los morenistas de Cuitláhuac García se empeñan en publicitar que no hay oposición en Veracruz, empujando esa mentira porque reconocen que no hay entre ellos un prospecto realmente aceptado por la sociedad. Saben que la población sólo recibe de ellos festivales, maratones, carreras, tequios con machetes y eventos superfluos de todo tipo, en lugar de obras públicas relevantes y de resultados tangibles.
La evidencia constante de corrupción, endeudamiento público y crecimiento de la criminalidad los aniquila día tras día. De esto solo se salva Ricardo Ahued, a quien los guindas no dejarán subir a la gubernatura, obligándolo a buscar otras luces.
Ese es el escenario que observa Dante camino a la sucesión veracruzana. También observa que no crecen los prospectos locales de la oposición, exceptuando a Juan Manuel Diez, Pepe Yunes y Patricia Lobeira.
Dante Delgado, convertido en el hombre de los escenarios y las flechas a la luna, puede jugar todas las posibilidades, siempre y cuando se quede con la gubernatura. Y todas las posibilidades conducen a Veracruz como moneda de cambio. Así podría completar seis años como gobernador. Solo, o dejando a un gobernador sustituto (Diez Francos, Pepe Yunes o Paty Lobeira, si la juega con la oposición, o hasta a Ricardo Ahued en un viraje diabólico de alto voltaje).
Dante seguirá en los cuernos de la luna, y conforme se difumine el festivalero morenismo alicaído, Veracruz estará más cerca de su Movimiento Ciudadano.