Ningún mandatario veracruzano tuvo tantas complicaciones como las tiene Miguel Ángel Yunes Linares para pasar a la historia de una manera aceptable. Hasta donde se recuerda, ninguno de sus antecesores en el cargo, tuvo que enfrentar las precarias condiciones que él encontró el primero de diciembre de 2016. Cuando menos por lo que hace a las diez últimas administraciones estatales.

Una entidad federativa en crisis económica; una administración saqueada y desacreditada; un exgobernador en fuga, hoy preso en el Reclusorio Norte en la Ciudad de México; una deuda pública enorme; y por si no fuera poco, un territorio violentado por diversas bandas de criminales.

Y lo más lamentable en el ambiente jarocho, es la incredulidad, el desgano y el rechazo de la gente a todo lo que tenga que ver con el gobierno estatal y con los políticos de todos los partidos. Poco se cree en ellos y en las instituciones públicas del país.

Anuncios

Con todo ello, Yunes Linares inició su gobierno y también su afán de dejar el poder a su primogénito, aceptado de buena o mala manera por la población. Al final, nada ni nadie logró cambiar ese anhelo sucesorio de los Yunes de Boca del Río.

A Yunes Linares le quedan 9 meses en el poder. Ha cubierto 15 de los 24 que dura su inédita gestión bianual. Dentro de cuatro meses, la sociedad y sus votos electorales, calificarán su gestión como gobernador. El primero de julio por la noche, sabremos si el grueso de los votantes le dio el triunfo a su hijo Miguel y la validación a él (a Yunes Linares) como gobernador que pasó la prueba ante la historia.

Por lo pronto, Yunes Linares ha aprovechado las obras que otros gobiernos dejaron a medias o inconclusas y las ha terminado a marchas forzadas. Así, al inicio de su periplo gobernante, entregó el Túnel de Coatzacoalcos; después terminó un puente que faltaba y puso en operación el Libramiento de Cardel; enseguida, inauguró la pavimentación en concreto hidráulico del Bulevar a Coatepec, así como la ansiada repavimentación de la carretera Banderilla-Misantla. Hace unos días presentó el programa de lo que, a su decir, será la mejor Cumbre Tajín en la historia. Y finalmente, esta semana la culminación del Hospital Infantil en la ciudad de Veracruz, que llevaba muchos años en lenta o detenida construcción.

En varias de esas obras, debió utilizar los recursos que recupero de los fraudes y desfalcos del régimen duartista. Acciones que, desde luego, se deben reconocer a una gestión, independientemente de quien tenga el mando.

Falta por saber, si como se afirmó aquí y como dicen los veracruzanos de a pie, y que no leen periódicos ni están en las redes sociales, esos resultados serán puntos suficientes para que el señor del estero ceda la silla de palacio a su vástago consentido.

Mientras tanto, los esfuerzos gubernativos con resultados positivos, siempre serán bienvenidos.

Publicidad