El día de ayer, destacados medios de comunicación del país colocaron en la mesa de la discusión política uno de los más sabrosos temas nacionales: el relativo al perjudicial cacicazgo regional.

El periódico Reforma en su columna Templo Mayor analizó el caso de algunos de los nuevos jefes morenistas del sureste, quienes en los meses siguientes asumirán cargos relevantes. La columna de F. Bartolomé se refirió al que será gobernador de Tabasco y a la distinguida dama que llegará al SAT, quienes son hijos de un amigo cercanísimo a AMLO. También informa que el esposo de la señora, es el gobernador electo de Chiapas.

Por su parte, El Universal publicó un revelador análisis del periodista Andrew Paxman, en el que reflexiona sobre el cacicazgo generado por la democratización. El también historiador, considera que López Obrador gobernará más democráticamente que lo que sus críticos auguran.

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Esta aseveración habrá que valorarla en el transcurso de los seis años que vienen, una vez que Andrés Manuel asuma la presidencia y muestre sus verdaderas maneras para dirigir a la nación. Por ahora debemos pensar que los buenos deseos del analista, más bien son especulaciones positivas, aunque eso sí, tendremos que reconocer que México y los mexicanos han crecido lo suficiente, como para permitir que los logros de la democracia vayan hacia atrás.

Revisando la distribución del poder regional en Veracruz en las últimas décadas, todo indica que los nuevos tiempos morenistas acabarán con los residuos caciquiles que tratan de mantenerse en diversas regiones.

Algunas de las reminiscencias de esos estilos de poder se gestaron en la época del gobernador Rafael Hernández Ochoa, el que, por ejemplo, impulsó a Carlos Brito, de cuya escuela crecieron personalidades como Marcelo Montiel, quien llegó a tener un amplio liderazgo en el sur del estado y que, a la manera de los caciques, pudo impulsar a algunos de sus hábiles discípulos.

Otro caso de cacicazgo, aunque de menor fuerza, fue el que acabó por destruir su propio gestor y víctima final. Amadeo Flores, quien fue una de los pocos inventos de Agustín Acosta Lagunes y que desde el año pasado fue entrampado en las mieles del gobernador actual.

De la época de Patricio Chirinos viene el “poder” del gobernador Yunes Linares, quien dejó al PRI para marchar al PAN. Más tarde logró convertirse en mandatario estatal y logró impulsar en lo económico y lo político a sus hijos Fernando (senador y alcalde de Veracruz) y Miguel Yunes Márquez (diputado local, alcalde de Boca del Río y candidato a la gubernatura).

Más o menos de esos tiempos fue el fortalecimiento del liderazgo magisterial de Juan Nicolás Callejas Arroyo, que no pudo mantener su hijo del mismo nombre, derrotado en la reciente contienda por la senaduría. Y se recuerda también el poder del sindicato petrolero en las diversas regiones del estado, que han venido a menos, junto a otras dirigencias de trabajadores.

Del sexenio de Miguel Alemán Velasco, puede afirmarse que el hijo del cachorro de la revolución, vino, gobernó y se regresó a la ciudad de México con aquellos que trajo como colaboradores. De esa gestión surge Ricardo García Guzmán, quien a partir de esa influyente plataforma crea un cacicazgo en la región de Pánuco, donde ha mantenido el poder municipal para él o para sus hijos, ganando diputaciones locales y federales o algún cargo en el gobierno. Pero García Guzmán sabe bien que esa influencia tiende a desaparecer.

Liderazgo importante logró Fidel Herrera, quien formó a una camada de políticos jóvenes que llegaron a la gubernatura siguiente de la mano de Javier Duarte, quien al término de su gestión, fue apresado por numerosos actos de corrupción. Acabó su suerte en los dos años de gobierno de Yunes Linares, quien se encargó de desbaratar a ese pequeño cacicazgo, y a casi todos sus integrantes, quienes han sido pulverizados por la opinión pública: unos encarcelados y otros corren desesperados ante los acusadores ojos de la justicia.

En el ámbito panista, es preciso resaltar el poder que mantienen en la zona de Tantoyuca la familia Guzmán Avilés y en Tuxpan, el dirigente panista Pepe Mancha, por ahora bajo un huracán mediático, por la sospecha de malos manejos en la contratación de obras y servicios del gobierno yunista, la cual será evidenciada en los próximos días.

Esos son los cacicazgos finales de las épocas tricolor y azul. Con el ascenso del nuevo gobierno morenista de Cuitláhuac García, respaldado por el gobierno presidencial de López Obrador, empiezan a surgir nuevos cacicazgos que enterrarán a muchos grupos de poder que se enriquecieron escandalosamente.

Entre los primeros que han dejado ver poderío en todo el estado, están de forma natural los del gobernador electo Cuitláhuac García, quien ha empezado a formar el equipo que lo acompañará; los de Rocío Nahle, la influyente y virtual secretaria de energía del gabinete federal; Manuel Huerta, dirigente estatal de Morena y ahora coordinador de programas federales en la entidad; Carlos Morales, fundador de ese partido en Veracruz, y quien será estratégico subdirector de la CFE. En la conurbación Veracruz-Boca del Río, el diputado electo Ricardo Exsome y su poderoso socio empresarial Marcelino Fernández, responsables del crecimiento de Morena en esa zona. En la región capital, la fuerza la tendrán el alcalde Hipólito Rodríguez y la senadora y mujer eternamente de izquierda, Gloria Sánchez.

Serán estos nuevos políticos veracruzanos los que identificarán (aunque se asegura que ya lo hicieron con microscopio) a todos los funcionarios públicos, empresarios, líderes sociales que mostraron su animadversión, odio, repudio en contra del proyecto lopezobradorista para hacerlos responsables de sus notables acciones y vocabulario.

Modernos cacicazgos los que producirá en Veracruz la nueva democracia morenista de López Obrador y su cuarta transformación.

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