A partir de este primero de julio, y como ha ocurrido después de cada una de las elecciones a gobernador, puede afirmarse que en Veracruz empezó el tiempo de Cuitláhuac García Jiménez, el ganador indiscutible de la contienda. Es una etapa en la que de manera natural decae la figura del que despacha en el Palacio de Gobierno y de muchos de los personajes afines a él, sean de la política, de la iniciativa privada o de otros sectores de la vida pública.

Mucho de lo que se dice u ocurre en el estado, durante los cinco meses que transcurren entre la jornada electoral y la asunción del nuevo gobernador, suele ser engañoso o temporal, o completamente modificado en cuanto ese hombre toma el poder.

Lo más absurdo de todo esto es que, en ocasiones, el gobernante saliente, o los que se dicen grandes políticos, o hasta los tiburones de los sectores productivos, pretenden ignorar esa circunstancia. Toman decisiones a rajatabla, mueven hilos o insisten en hacer los últimos enjuagues para generarse beneficios.

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Enseñan actitudes sobradas que menosprecian la inteligencia y capacidades del que llegará el primero de diciembre a tomar las riendas.

Desde el dos de julio, en que todos sabían que Cuitláhuac García era el elegido por los veracruzanos, se han observado en esta entidad federativa una serie de hechos, de anuncios, de promesas, o de simples ideas a desarrollar en el sexenio que viene.

Pero lo que todo mundo debiera entender es que, desde ahora y hasta la próxima elección por la gubernatura dentro de seis años, Veracruz vive los tiempos de Cuitláhuac, y que las decisiones que tome, serán siempre a su debido tiempo y conforme a sus condiciones y proyectos, no antes ni de otra manera. Respecto a esas realidades en este mes de calores, han surgido dos temas importantes.

El más relevante el del Fiscal Anticorrupción. De manera precisa y puntual, Cuitláhuac ofreció que echará abajo el nombramiento del fiscal que emergió de los nocturnos drenajes del Congreso, el martes pasado. Los veracruzanos agradecen esa promesa, esperando que la concrete en los mejores términos.

El otro tema, que se está manoseando en exceso, es el del gabinete. Lo correcto para todos, sería dejar que el que va a mandar, elija a los hombres y mujeres que le parezcan brillantes o confiables y tome sus mejores decisiones, pero a su tiempo. Hace pocos días y en un fino movimiento estratégico, el gobernador electo acudió al sur de Veracruz, y allí mencionó a Eric Cisneros Burgos, como su futuro colaborador. No aseguró más, si bien es cierto que el de Otatitlán cuenta con poderosas simpatías y apoyo.

Si coloca en la Secretaría de Gobierno a este político o a otro, eso es irrelevante. Basta con recordar que en lo que va de este siglo, en ese cargo ha habido de todo y de todas las profesiones, y hasta una distinguida señora, que solía despachar, desplazándose por las instalaciones sobre unas cómodas chanclas que -en su tiempo- fueron sumamente celebradas.

Para quitarse presión, García Jiménez anunció que en agosto dará luz sobre esa área. Y tenemos que dejar que sin presiones de ningún tipo, designe a quien pueda estar en ese cargo, lo que no significa que el ocupante del mismo, operará con eficiencia o dará un buen resultado, lo que vendría a ser el aspecto central de tal nombramiento.

Esa área ha sido un apetecible bocado para algunos interesados, dado que allí se ha manejado el abultado presupuesto de los subsidios a organizaciones políticas, que se comprueba con simples firmas o garabatos en hojas blancas y que, como el juego de la pirinola, permite al encargado tomar uno, dos, tres, o tomar todo, como ya sucedió en épocas no lejanas.

Otro anuncio, promesa o aviso, que dio Cuitláhuac, es el de que no admitirá en el organigrama a los que hayan trabajado con Yunes o con Duarte. Es un ofrecimiento que se agradece, pero hay otros que se dicen prospectos, provenientes de otras administraciones locales, o de otros confines, que también han matado la vaca o agarrado la pata.

Pero los adelantados hacen recordar aquellos tiempos de la mitología y de los dioses del Olimpo griego.

En esto de los gabinetes, de las aspiraciones, de las trayectorias y de los padrinazgos, tenemos que esperar al análisis concienzudo y a los tiempos de Cuitláhuac. No hay que olvidar que antes de comer los panes, estos pasan por un tiempo de elaboración, uno de cocción y otro más de ventilación o aireamiento. Después de esas tres etapas es cuando alcanzan mejor sabor.

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