José Antonio Flores Vargas
Cuando apenas han transcurrido 17 días de que se celebraron las elecciones, de nueva cuenta tenemos en Veracruz dos candidatos a la gubernatura, para contender por la máxima magistratura en el 2018. Héctor Yunes Landa, que otra vez la quiere, y José ‘Pepe’ Yunes Zorrilla, ambos del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La debacle electoral que sufrió el otrora poderoso PRI, desde luego que no dejó conformes a los militantes y políticos que simpatizan con ese instituto político. Y no es para menos, saben que gran parte de esa desgracia es producto del hartazgo social, por el cúmulo de actos de corrupción que se han ventilado por doquier.
Si partimos de vértice a base, la primera cabeza que rodó fue la de Manlio Fabio Beltrones, en su calidad de presidente nacional del PRI. El resto de los sacrificados serán los presidentes estatales de ese partido y de ahí todo caerá en cascada. Sin embargo, la molestia y reflexión de sus militantes radica en que saben que su partido fue botado por la mala conducción de los gobernadores y la carencia de definiciones para castigar a los corruptos, desde la cúpula del poder central
Por el arribo del panista Miguel Ángel Yunes Linares a la gubernatura de Veracruz, a partir del 1º de diciembre, desaparecerá la figura del primer priista del estado. El PRI no tendrá gobernador que recomiende o imponga a uno de sus correligionarios para el período que sigue.
Este escenario quiere aprovecharlo el senador Héctor Yunes, sabedor de que tiene capital político en el territorio veracruzano. El hambre y sed de justicia de este político, comienza a transformarse en una verdadera carnicería entre los priistas de la entidad, situación nada conveniente en este momento.
Héctor Yunes parece que quiere olvidar aquella comida en el rancho San Julián en Perote, a la que asistieron Manlio Fabio Beltrones, Javier Duarte y por supuesto Yunes Zorrilla, entre cientos más. Ahí se pactó, formal y públicamente, que él iba por la gubernatura de dos años y posteriormente Pepe por la de 6. Ocho años de proyecto político continuo, según prometieron.
Sin embargo, la derrota de Yunes Landa hace que el escenario político se modifique, porque el famoso “Pacto de San Julián” se desarmó con la entrega del gobierno a Miguel Ángel Yunes Linares. Las apreciaciones en el equipo perdedor de Yunes Landa, reflejan que al no haber obtenido la victoria, no hay obligación de cumplir lo que deliberadamente habían aceptado.
Por ello, el equipo de Héctor Yunes, sigue en campaña para alcanzar el sueño de la gubernatura en el 2018. Dicen que van por la presidencia del comité estatal del PRI y por todas las delegaciones federales en Veracruz, para seguir aumentando su posicionamiento.
No caen en cuenta los “chavo rucos” de Yunes Landa, que el empecinamiento sólo sirve para crear problemas, y que los movimientos que se darán en el altiplano favorecen a Pepe, quien tiene muy claro que la palabra empeñada y la firmeza en las determinaciones es algo que se aprecia de un político serio.
Que Pepe pueda cargar con su campaña y con el desgaste de Peña Nieto es otra cosa. Y como todos, tiene derecho a arriesgarse a luchar contra los vientos.