A tan sólo cuatro meses y días de que iniciaron las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, empieza a decaer el sorprendente interés que despertaron en diciembre pasado. Y las razones de ese interés decreciente pueden ser diversas. Quizá tenga que ver el estilo impuesto por el mandatario para comunicar lo que a él le interesa. Quizá, el que la audiencia comience a percibir el tipo de periodistas que acuden. 

O tal vez tengan que ver en ese decaimiento, los modos irrespetuosos y maneras utilizadas por el ejecutivo federal para salirse por la tangente, trivializar y verbalizar cuestiones o expresiones lamentables o desafortunadas.

O también puede ser el que la sociedad hubiera observado que los meses que AMLO lleva gobernando, han resultado sumamente complejos para el país. Han sido semanas en que se han disparado los hechos de violencia, desde luego, no imputables a su gestión, sino más bien a la realidad imperante en la nación, donde aparentemente los cárteles o grupos delincuenciales han aumentado sus incursiones criminales.

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Del mismo modo, otros factores de carácter internacional no han permitido un lucimiento del desempeño del gabinete federal, además del fácil esquema de entregar pensiones universales, becas u otros apoyos, que hacen pensar en que tenemos una inacabable y gruesa cartera repleta de billetes nacionales. 

Cualquiera que opine en estos días sobre esas conferencias mañaneras presidenciales, coincidirá en que perdieron encanto, perdieron interés y seguramente perdieron seguidores, que no sean los ciudadanos que realizan alguna actividad periodística, de investigación, o aquellos que tienen mucho tiempo libre y que no forman parte de la población económicamente activa.

En relación a lo que aquí se señala, el sábado anterior el portal Animal Político presentó un reporte que hace referencia al desinterés de las conferencias mañaneras, realizado por SPIN Taller de Comunicación Política, y que para este efecto titularon como “AMLO pierde audiencia en Facebook: todo en exceso es malo”. El taller afirma que solo el 10% de sus seguidores de la red social ven las conferencias de prensa matutinas.

Y esta apreciación, depreciación -o percepción, como luego afirman- no debiera echarse en saco roto. El presidente no tiene la obligación de saber todo y de conocer todos los detalles de los programas y de cómo se conduce la alta y baja burocracia. Tampoco el presidente está obligado a destinar tanto tiempo a conferencias de prensa. No sería mejor que tuviera mayor tiempo de descanso y más horas para recibir en acuerdo a los colaboradores y a los grupos y sectores que demandan escucharlo. 

Porque, qué caso tiene estar escuchando informaciones que ya pocos creen, cifras oscilantes, sacadas a veces de la angustiosa imaginación, empujado por la presión de periodistas preguntones, a veces no preparados, o quizá preparados de más. A quién importa eso. ¿O es que son actitudes y formatos para fortalecer el culto a la personalidad?

Una propuesta práctica sería la de realizar al mes cuatro lunes informativos de dos horas cada uno, iniciando a la hora que acostumbra el ejecutivo en los siguientes temas, pero solo uno por semana: Economía, proyectos estratégicos y actividades productivas; Seguridad pública y paz social; Bienestar, inclusión y desarrollo social; y si lo desea el jefe de estado, Relaciones internacionales, béisbol, recreación y cultura.

México podría tener así más presidente y mejor gobierno; mayores resultados y menos circo.

Nos vemos el próximo lunes 22 de abril.

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