Actualmente en Veracruz no hay más de tres grandes operadores políticos: Miguel Ángel Yunes Linares, Marcelo Montiel Montiel y el que usted quiera considerar en esta pequeña triada. Otro más, de igual calibre, es Fidel Herrera Beltrán, quien ahora está dedicado a otros menesteres.

Del poder de Yunes Linares, existe demasiada información a lo largo de Veracruz. Con eficacia de diez. Del otro que usted haya incluido, porque así lo crea, o por generosidad con el amigo o maestro, aceptaremos gustosos la relevancia y los eventos estratégicos que a decir de usted, tenga ese personaje en su currículum.

De Marcelo Montiel, los últimos acontecimientos estatales son los que están reflejando su verdadera estatura, que puede capitalizarse en el equipo de Pepe Yunes, y por tanto, en el de Pepe Meade.

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Desde luego, debemos considerar, que para ser un operador político de este calibre, el susodicho debe poseer en el momento que se requiera, suficientes recursos de inteligencia, monetarios y sobre todo amplísimas redes que deberán funcionar como repetidores, aceleradores e “incrementadores” de audiencia, proselitismo, disciplina y apego a las directrices políticas del líder.

En las semanas recientes, y después de una vacación, alejamiento o enfermedad, Marcelo es el que más ha estado haciendo valer su liderazgo y poder político en Veracruz. Veamos:

La andanada de investigaciones, quejas, denuncias, periodicazos y dimes y diretes contra Joaquín Caballero, el exalcalde de Coatzacoalcos y alfil marcelista, entre las que ya involucraron a uno de los más aptos y discretos estrategas sureños del mayor exfuncionario de desarrollo social que ha tenido Veracruz. Esta atención focalizada en Coatzacoalcos, recuerda aquel gracioso grito distractor: “¡al ladrón, al ladrón, por allá va!”. ¡En fin!

Después, la incorporación del puenteño como coordinador de precampaña, hasta ahora indefinido hacia afuera en el organigrama de Pepe Yunes. No se sabe si Marcelo es coordinador general, coordinador de zona, o coordinador sólo de sus numerosos grupos afines regados por todo el estado.

Adicionalmente, esta semana nos enteramos por la prensa, que Marcelo es uno de los más cercanos amigos de a de veras del precandidato peroteño a gobernador. Y no olvidemos que alguna vez fue su coordinador de campaña al senado.

También circuló con alegría la foto de una cercana operadora de Marcelo, feliz y sonriente junto a Pepe Meade en San Luis Potosí, rumbo al auditorio donde los potosinos conocerían al precandidato presidencial del PRI. Debemos abundar en que esta eficiente exfuncionaria sedesoliana de Marcelo, nos ha ido anunciado puntualmente los lugares de la república donde estará “Pepe Mid”.

Ayer, la marea informativa de Marcelo nos brindó primero, que Meade en Boca del Río, alabó sin descanso el excelente trabajo que en su favor realiza el Movimiento Territorial, que en Veracruz dirige y opera Marcelo. También esa marea nos inundó de conocimiento, en el sentido de que el brazo partidista que mueve los hilos del MT, no es otro que el simpático e impoluto negro que no se le ha rajado nunca a Marcelo.

Sin duda son tiempos de oro de Marcelo. Un regreso que quiere que esta vez sí sea con gloria. Pero el problema es que Pepe -debido a sus usuales ausencias e indefiniciones-, nadie sabe si le dará el nombramiento de mariscal de campo a Marcelo, personaje que sí puede operar holgadamente en todos los aspectos.

Mientras tanto, ojalá y que a Víctor Rodríguez (el negro inrajable) no le salgan caro los pendientes. Los que puede sacarle la Fiscalía o el SAT de las empresas fantasma con domicilios sureños y que amenazan con resucitar; las pensiones de adultos mayores que se le perdieron en los caminos de la autosuficiencia y algunas pocas en la campaña de 2016; o que saquen a relucir las construcciones deficientes y con supuestos sobreprecios y el apoderamiento de la obra pública federal en un edénico estado del sureste, a dónde el jacarandoso negro ha ido a celebrar muy buenas fiestas. ¡Ah, las mujeres! ¡Siquiera fueran verdaderas!

En fin, algunas menudencias que surgen en los tiempos electorales.

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