A lo largo de su existencia el estado de Veracruz siempre se caracterizó por su notable participación en el desarrollo de nuestro país en casi todos los aspectos de la vida nacional. El terreno de la política no fue la excepción. Hemos tenido a veracruzanos sobresalientes como Miguel y Sebastián Lerdo de Tejada, Adolfo Ruíz Cortines y Jesús Reyes Heroles.

Hace escasos 100 años, un fuerte contingente de destacados políticos veracruzanos participó en el Congreso Constituyente de Querétaro. 15 diputados del estado tuvieron el alto honor de integrar esa histórica representación parlamentaria nacional que se encargó de analizar, discutir y aprobar nuestra Carta Magna, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Pero exactamente un siglo después, los caminos de la política en Veracruz están mostrando a personajes que no logran dejar una huella positiva ni encontrar un sitio decoroso en la opinión pública estatal.

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En lo que se refiere a los integrantes de la actual diputación federal veracruzana, se puede decir que estamos ante la más desacreditada que ha tenido esta entidad federativa a lo largo de los años. Varios de ellos han sido seriamente cuestionados por su falta de méritos y estrecha vinculación con los recientes sucesos de corrupción por los que se persigue a Javier Duarte.

Si nos referimos al gobernador y a los senadores vigentes, que son los máximos personajes políticos en el escenario local, ante la inquietante y desafortunada actuación que ellos insisten en mostrarle a la sociedad, el hecho mueve a recordar aquel fallido vaticinio del exgobernador Fidel Herrera, en el sentido de que ningún Yunes llegaría a la gubernatura. Quizá la clase de acciones y resultados que estamos observando en ellos, era la razón por la que él creía que no se les daría esa posibilidad.

Para infortunio de la sociedad veracruzana, estamos atravesando una época de pocas luces en la cúpula de gobierno y de altas dosis de corrupción e insensibilidad social, y donde impera solamente el deseo de mantener el poder público. Hace un año, los veracruzanos decepcionados por lo que veían en el gobierno de Duarte, se aferraron a una promesa de cambio, de rescate y a una ilusoria esperanza de mejora.

Pero en este momento el escenario únicamente muestra inacción y exceso de estridencias, o más bien, de menudencias que no auguran nada bueno.

A la excesiva muestra de menudencias locales se sumaron otras la semana anterior, como aquella silvestre inocentada de revisar los cien días del gobernador Yunes Linares. En realidad, poco tiempo para pretender y exigir logros. Ahora falta ver quién se anota para revisar los doce años anteriores del que soltó el desafío. El hilo de la madeja puede ocultarse en una de las cañerías de Cardel.

Y así como hace un año el pueblo veracruzano fue sorprendido por un candidato que después de los cuetes sólo dejo varas y humo en el ambiente, así está sucediendo en estos días de marzo. Pareciera que a los veracruzanos que ya no quieren ser “propiedad” de ningún Yunes, o que ya no les creen, les está sucediendo lo que ya les ocurre a muchos mexicanos. Están siendo abducidos por una extraña fuerza que quién sabe adónde los llevará.

Se trata de MORENA y su dueño Andrés Manuel. Ante la insistencia veracruzana de no hacerle frente en lo político, ese fuerte movimiento se está apoderando de la incredulidad y desesperación de una sociedad ávida de encontrar algo positivo en el horizonte. Hace un año la gente decidió ir a una aventura, ahora decepcionante. Pero el problema de subirse a un OVNI estriba en que no sabes a qué lugar te llevará.

 

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