Ayer López Obrador soltó los nombres para la sucesión presidencial de 2024: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente, en ese orden. Después de ellos y siguiendo el viejo estilo agregó a otros personajes. 

Lo hizo con sobrada intención luego del destape de Claudia en el Auditorio Nacional, adonde le gritaron “¡Presidenta!”. Con ese antecedente y ante una pregunta sobre la sucesión en la conferencia mañanera, el ejecutivo federal señaló:

“¿Quiénes pueden sustituirme? Bueno, pues primero hay que tomar en cuenta que va a ser el pueblo el que va a decidir”.

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“Ahora, del flanco progresista, liberal, hay muchísimo, como Claudia, como Marcelo, como Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, bueno, muchísimos, afortunadamente hay relevo generacional”.

Sin embargo, es necesario precisar que Marcelo Ebrard se cayó del ánimo ciudadano junto a los dos vagones de la Línea 12 del Metro, que se precipitaron al suelo el 3 de mayo pasado, dejando 26 muertes y 82 heridos que claman justicia. Y debe recordarse que el exjefe de gobierno del Distrito Federal fue quien ordenó la construcción de esa línea, la cual fue cuestionada desde antes de su inauguración, ocurrida durante el gobierno de Miguel Mancera.

De las posibilidades de Sheinbaum, todo mundo sabe que es la discípula predilecta de AMLO. Llama la atención que el propio mandatario colocara en la terna a Juan Ramón de la Fuente, un prestigiado académico, investigador, escritor y político mexicano que ahora es embajador de México ante la ONU.

Pudiera pensarse entonces que el ejecutivo federal está consolidando la candidatura de Claudia Sheinbaum, a quien desde hace tres años le limpia el camino de obstáculos para asegurar la transición en su favor. 

Y como a López Obrador le interesa darle continuidad a la 4T, es muy probable que ya esté escribiendo el guion de lo que deberá ocurrir en el próximo sexenio para afianzar la cuarta transformación que pretende.

Por eso no sería nada remoto que, al estilo del novelista Robert Graves, el presidente estuviera desde hace tiempo escribiendo para la ahijada el texto Yo, Claudia, cuyo título sería inspirado en la obra cumbre del acucioso escritor inglés.

En el año de 1934 Robert Graves escribió el best seller Yo, Claudio, un extenso relato de ficción histórica sobre los primeros cuatro emperadores romanos. En el libro, Claudio, el emperador que hubo entre Tiberio y Nerón, cuenta su biografía con el fin de dejar a la posteridad la historia de su familia, la dinastía Julio-Claudio. También explica cómo llegó a ser emperador a pesar de no estar destinado a ello, describiendo la instauración de la monarquía, disfrazada de república. 

De esa novela surgió una multipremiada serie de televisión en 2014, de la que el periódico español El País publicó el artículo “Yo, Claudio: el triunfo de la inteligencia”.

Pero si para el México del 2024, López Obrador no logra dejar a su consentida por culpa de los conservadores, bien podría echar mano de Juan Ramón de la Fuente, un psiquiatra que sí tendría capacidad para hacer funcionar a México. Desde esa perspectiva, incluirlo en la terna obradoriana, estaría indicando que el pastor tabasqueño ya esta abrevando a su rebaño en la límpida fuente del médico y exrector de la UNAM. 

Entonces habría que ir conociendo las aportaciones científicas y las formas de pensar del doctor de la Fuente. En el texto Nuevos caminos de la psiquiatría, el académico reflexionó lo siguiente: 

“La principal tarea de la psiquiatría es restituir a su forma original la personalidad y la conducta de quienes han sufrido su transformación maligna por enfermedad. Pero, si es posible cambiar la mente y la conducta de una persona para su bienestar, ¿no es también posible que estos cambios le sean inducidos sin su consentimiento?”

“Mucha gente espera que los avances sean usados siempre de manera benévola, pero la historia sugiere que otro puede ser el caso. No hay un solo instrumento técnico poderoso que el ingenio del hombre haya creado, que no pueda ser usado para someter a los demás”.

Por lo pronto López Obrador nos enumeró a Claudia, a Marcelo y a Juan Ramón. Serán menos de tres años para concretar sus posibilidades o para que los mexicanos se identifiquen con algún caballo negro.

O como escribió Graves en la obra citada “Hay dos maneras diferentes de escribir la historia: una es persuadir a los hombres a la virtud y el otro es obligar a los hombres a la verdad”

¿Por cuál optará AMLO?

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