Si algo hemos descubierto los mexicanos desde el primero de diciembre pasado en que hubo cambio de gobierno federal, es que AMLO continúa fiel a su línea política y necesita estar permanentemente en la cabeza de los mexicanos, al estilo de la vieja coca colaque se encontraba siempre a un segundo de distancia en cualquier dirección.

En estos tiempos morenistas México es Andrés Manuel, o si se prefiere, Andrés Manuel es México. Y el hombre comienza el día con una conferencia mañanera en la que sólo él es noticia. Él y nadie más. El tabasqueño habla de todo y de todos los que salen a la palestra. Siempre tiene qué decir. Con su estilo pausado y tranquilo, lleno de amorosas recomendaciones, da los informes, las noticias, las propuestas, y como un Mesías, señala el rumbo del país. 

Muy pocos de sus colaboradores salen a los medios. Hacerlo les puede resultar riesgoso o definitivo, porque sólo el Ejecutivo tiene las respuestas adecuadas y ciertas; tiene siempre los ases bajo las mangas. 

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Pero las cosas le cambiaron el 24 de diciembre anterior, cuando cayó del cielo poblano un helicóptero que llevaba a la gobernadora de los diez días en funciones y a su esposo, el exgobernador Moreno Valle, uno de los principales adversarios de López Obrador.  

El mandatario nacional recibió una señal divina: el castigo a su soberbia. La agenda no eres tú, le dijo alguien omnipotente. De inmediato empezaron las murmuraciones y los infundios por las muertes de esos políticos. Y él prefirió esconder la cabeza como los avestruces. Al mismo tiempo, y como control de daños, inició una serie de inesperados movimientos que tienen a los mexicanos en una permanente montaña rusa.

Estar sobre la montaña, expuestos a sobresaltos constantes, a miedos y a sorpresas en el camino, es la mejor manera de olvidarse de lo que ocurre allá abajo, o acá en tierra, donde las cosas no parecen caminar y donde las verdades de ayer se vuelven fácilmente las mentiras de hoy.

Después de la tragedia poblana, salió en automático una sorpresiva lucha gubernamental contra el huachicoleo del centro del país. Se habla de un robo de sesenta y tantos mil millones de pesos a la nación, coordinado desde la torre de PEMEX. Aquí sale a relucir la vieja trama poblana del robo de combustible (los montiel, los morenovalle), el problema del sindicato petrolero y Carlos Deschamps, y en la ciudad de México, se rumora que 1000 estaciones de servicio serán clausuradas por ese motivo. Y seguro sacarán a Emilio Lozoya, el exdirector de la paraestatal, de quien se guarda una acusación internacional por el asunto ODEBRECHT. Andrés Manuel López Obrador ha recuperado la agenda nacional.

Y con la montaña hemos dejado atrás las millonarias pérdidas por la cancelación del aeropuerto de Texcoco y ni quien se acuerde del helicopterazo. Mareos, ceguera y olvido es lo que hay.

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