La economía que tanto disgusta al presidente de la república, puede ser un arte y una ciencia al mismo tiempo. También se puede ser tecnócrata y visionario responsable y eficaz con el mismo cerebro. Y algo de lo que esta disciplina aconseja en el desarrollo de una idea, de un proyecto o de un programa -como podría ser el propio programa de gobierno sexenal-, es el análisis exhaustivo de los costos y beneficios implícitos, tanto los tangibles como los intangibles. Los beneficios deben ser mayores que los costos, afirman los expertos en esas cuestiones.

Justamente con ese criterio, López Obrador debería examinar lo sucedido en México durante el periodo comprendido entre los días 18 de febrero y 9 de marzo. 21 días en los que el dueño de las mañaneras aprendió una sola cosa: que sí le pueden mover la celosa agenda que lleva. Por más intentos que hizo para retomarla durante ese tiempo, el tema nacional fue el que las mujeres dictaron. 

Y el resultado todos lo sabemos, hasta él. Solo falta que Las brujas del mar u otro colectivo de mujeres entronas, proponga, por ejemplo, vía redes sociales, una conferencia mañanera sobre el feminicidio, a las siete de la mañana. Y a ver quién se atreve a decir otra vez que las mujeres no tienen convocatoria o que no saben lo que hacen y lo que pretenden.

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Andrés Manuel se está comportando como el hombre que perdió el norte. En nada se parece al líder que tenía las cosas claras hace veinte años, o hace dos años. La silla maldita del palacio nacional, donde ahora vive, le absorbió el seso (para hablar con el léxico que le gusta al mandatario) y le lleva el ánimo y la acción de una manera preocupante.

Incluso, hubo un destello de luz en la casa presidencial, que el señor presidente del siglo pasado, no vio, por su manía de voltear hacia otro lado, hacia los otros datos. Beatriz Gutiérrez Müller se lo enseñó, le indicó por dónde estaba el puente de plata que necesitaba. El hombre que menosprecia a las mujeres, despreció la idea de su mujer, su señora esposa, quien tuvo que echarse para atrás en el apoyo que había manifestado a las de su género, que planteaban “el nueve, nadie se mueve”. La primera pisoteada fue sin duda la propia Beatriz.

El presidente de México lleva algunos aciertos y muchos errores. Veamos si logra identificar los costos y los beneficios de las jornadas femeninas del 8 y 9 de marzo. Los costos serán cuantificados al paso de los días. Los beneficios también. 

Pero López Obrador ya tuvo un beneficio intangible brindado abundantemente por las mujeres inconformes: no le dijeron vete, entonces, puede corregir el rumbo y convertirse en el feminista y en el humanista que trae solo en el discurso, malo, por cierto. Puede modificar la agenda nacional y hacerla de todos los mexicanos, no únicamente de sus aplaudidores y beneficiarios. 

México requiere acabar con la impunidad, acabar con secuestros, asesinatos, feminicidios, cobros de piso e incendios provocados; aplicar la Constitución y las leyes, otorgar seguridad pública adecuada, confiable y suficiente. Debe dar prioridad a la salud y al sistema nacional en ese sector. No sea que se le arme otra manifestación multitudinaria por los miles de enfermos que no reciben atención, ni siquiera como aquella deficiente que recibían en sexenios pasados.

AMLO solo tiene el beneficio de la duda de muchos millones de personas que no votaron por él o que ya no quieren saber nada de él. México es otro, a partir de este marzo. Ojalá lo entienda y se aplique como un verdadero jefe de estado. La patria lo merece y los mexicanos se lo reconocerán.

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