No basta con ir a observar las obras grandes que dejó inconclusas Cuitláhuac García Jiménez. La gobernadora Rocío Nahle debería ordenar la inmediata revisión y auditoría de las obras y programas más costosos que inició y que siempre se le cuestionaron al exgobernador. Pero se pide una auditoría legal, técnica, contable, financiera desde el proyecto ejecutivo, los estudios y peritajes, pruebas de resistencia y demás que la Ley impone.

Y por mencionar un paquete de obras que deben examinarse exhaustivamente, porque ahí quedaron perdidos incluso dineros provenientes de préstamos bancarios y deuda pública, la ingeniera Nahle podría comenzar por el Estadio de los Tiburones Rojos en Boca del Río, en segundo lugar, el esqueleto del Nido del Halcón en Xalapa, al que últimamente bautizaron como Arena Macuiltépec, en honor del “atanasiato”, también los costosos hospitales a medias, con acabados corrientes, que siguen inconclusos o sin equipos, y por último, las carreteras, los puentes y caminos de corta vida y pésimos diseños, que inauguró con urgencia y sin esmero constructivo. 

El estadio de futbol, tuvo supuestas inversiones por 1,694 millones de pesos, monto que exige una auditoria integral por un despacho especializado en supervisión y auditoría técnica a grandes obras de infraestructura y edificación. 

El Acuario (ahora Acuarium) de Veracruz, caja chica en manos de un pillazo amigo íntimo de Cuitláhuac especializado en contar billetes sobre un cálido colchón, debería ser sujeto a una auditoría en toda la regla. 

Y de paso, y si la señora le sobra la curiosidad, que revise y audite un gran proyecto de cartografía digitalizada de alrededor de 104 millones de pesos de la CAEV, la caja chica de muchos pillos que navegan en el agua y el olvido, contrato que huele hasta la gestión de Yunes Linares, donde en ese tiempo, lo ya hecho en planos viejos, lo digitalizaron “por necesidades técnicas”, con altísimo costo y libre de supervisiones, y donde el recurso presupuestal se esfumó cándidamente, como aquel “pavimento moderno” que nadie disfrutó jamás en la trágica carretera Xalapa-Coatepec del yunismo azul.

Y continuando con el desorden cuitlahuista, en la SEFIPLAN que dejó con boquetes un yerno de Atanasio, se simuló la adquisición de software (programas para computadora) por 28 millones de pesos, con el argumento de hacer más eficientes las gestiones administrativas y de ingresos, tecnología que nunca se instaló en ninguna área de esa dependencia, pero que sí aparece como entregada y en operación, incorporada magistralmente en las fingidas actas de entrega recepción de la Contraloría.

Si Rocío Nahle quiere hacer historia como la mejor gobernadora de Veracruz, en estos pocos pero significativos casos mencionados, puede hacer sentir su mano, su poder de decisión y su conocimiento y visión como estadista y como política seria del siglo XXI.

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