José Antonio Flores Vargas
A veces el orden de los factores sí altera el producto, aunque si lo reflexionamos a fondo, cualquiera de los factores mencionados en el título de este editorial, por sí solo, puede alterar el producto, cuando se habla de las elecciones próximas. Esos conceptos llegan a la mente, cada vez que oímos de encuestas en Veracruz en estos días.
Es posible que el resultado de las encuestas sea distinto a lo que nos quieren comunicar, si consideramos a los cientos de miles de ninis que existen en el estado. Si tomamos en cuenta a los otros ninis, a los que ni les interesa la elección, ni van a ir a votar, y por último, si sumamos a todos aquellos jóvenes que van a votar por primera vez y que nadie sabe que esperar de ellos.
También es necesario considerar las cifras duras que acaba de dar a conocer el diario Milenio el sábado anterior, que indican que en Veracruz sólo tiene ocupación el 51.29% de la población económicamente activa, y que de esa cifra, el 68.16% tiene un trabajo informal. Estos datos, altísimos en lo negativo, necesariamente preocupan a los encargados de la elección en el estado. Para las personas que sufren esas situaciones, poco valdrán las orientaciones manipuladas de las encuestas.
Si hablamos del voto duro, que suele dar certeza a algunos candidatos, también parece que ese voto puede dejar la fidelidad a un lado y dirigirse con apego a su corazón y estómago. Las circunstancias son atípicas. Y parafraseando a Ortega y Gasset: “Tú, eres tú y tus circunstancias”.
Tenemos que reconocer que los estudios demoscópicos si funcionan, siempre y cuando se realicen con la metodología adecuada. Sólo así ayudan a predecir un resultado. Pero no podemos afirmar lo mismo, del carrusel de encuestas que nos dan a conocer día tras día, como si los veracruzanos fuéramos párvulos del preescolar. Estamos plenamente conscientes de que en esta ocasión, el estado presenta circunstancias inéditas que harán que los veracruzanos piensen muy bien por cuáles candidatos van a votar el 5 de junio.
Veracruz contrató una deuda impagable, que tiene muy ofendida a la sociedad. La inseguridad, la corrupción y la impunidad traspasan todos los límites de la imaginación. Y sobre todo, el hartazgo social contra el sistema de gobierno ha rebasado todas las alarmas.
Esta es nuestra realidad, por más que nos anuncien otra cosa. No sea que al día siguiente de la elección, los candidatos descubran que la encuestitis sólo sirvió para hacer ganar a dos o tres despachos empresariales.
Ni engaños, ni desengaños.