José Antonio Flores Vargas

El olvido forma parte de la naturaleza humana, es la antítesis de la memoria. Iluminar el debate no siempre es confortable, si las cosas no encajan. Al final de cuentas, el ser humano cree lo que le conviene, recuerda lo que desea y regresa al ayer cada vez que quiere.

Hay eventos del pasado que aspiran a quedarse en las manos del olvido. Estas manías ocurren mucho en la política, cuando no se ha caminado bien o no se actuó conforme a las normas jurídicas, políticas, sociales, éticas y morales. Bajo estas circunstancias, todos quieren apartarse de esa presencia traumática.

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Por ello, echar la vista atrás refresca el presente. Hace un par de meses, en Veracruz no existía más tema que las observaciones e irregularidades detectadas por la Auditoria Superior de la Federación, sobre el manejo de los fondos federales en la administración pública estatal.

Se dijo que había 14 denuncias presentadas en contra de un buen número de ex funcionarios y funcionarios públicos de Veracruz, por las presuntas irregularidades y malos manejos del dinero público; que se tenían que solventar, más o menos, 35 mil millones de pesos correspondientes a los años 2010 al 2014. En fin, una serie de declaraciones que llevaron a enfrentamientos verbales entre las autoridades estatales y federales.

Pero a todo esto ¿qué ha sucedido? ¿Las campañas de “lodo” han callado a los mariachis? ¿Ya están solventadas todas las observaciones, o se hicieron las devoluciones correspondientes? Nada llegó a realizarse y todo quedó en un simple ensayo.

Quizá por ello se divulgó la visita, a la Catedral de Xalapa, del Contralor General del Estado, Ricardo García Guzmán. En ese encuentro espiritual se percibe un hombre piadoso que sabe que en el fondo no hay, ni habrá nada.

Los políticos están preparados para impedir que se despierten o expresen hechos significativos, que en algún tiempo fueron incómodos, y dejan de ser interesantes por el momento político que sobresale en la entidad.

Así que entre menos sepamos unos de otros, el enredo será mejor. Existe la necesidad de olvidar. La velocidad social no permite que se conserve en la memoria, y menos que se comunique, todo lo que ha sucedido en Veracruz.

Recurrir a las historias de la risa y de la burla es otra opción. Ahí puede encontrarse un espacio para disfrutar las emociones que manda una ola, siempre que se busque apostar a la suerte.

 

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