José Antonio Flores Vargas

Las historias de Pemex y del estado de Veracruz caminan juntas desde que el Presidente Lázaro Cárdenas llevó a cabo la expropiación petrolera a las compañías extranjeras propietarias de los campos y yacimientos de hidrocarburos, ubicados entre la Sierra Madre Oriental y el Golfo de México.

Alrededor de la instalaciones petroleras de Veracruz, se desarrollaron asentamientos humanos, que con el paso del tiempo pasaron a ser importantes zonas urbanas. Así se formaron centros poblacionales como Ciudad Cuauhtémoc -junto a Tampico-, Naranjos, Cerro Azul, Álamo, Poza Rica, Cosoleacaque, Minatitlán, Coatzacoalcos, Nanchital, Agua Dulce y Las Choapas.

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Durante los años de historia compartida, se han vivido tiempos de crecimiento y bonanza, desempleo, corrupción, riesgo, deterioro ambiental, destrucción y muerte.

Por desgracia, cuando no llueve, llovizna. En materia petrolera se han incrementado los incidentes y explosiones en plataformas, ductos, refinerías y plantas petroquímicas, que reflejan la decadencia u obsolescencia en las instalaciones de esa industria. Los trabajadores, los que saben de ese tema, insisten en que falta mantenimiento en la planta industrial.

Lo peor es que la situación de ese conglomerado de subsidiarias, no mejorará en el corto plazo. La tragedia ocurrida en Coatzacoalcos, debe conducir a un replanteamiento en la relación del Estado con Pemex, sus empresas secundarias y asociadas, como es el caso de Petroquímica Mexicana de Vinilo, perteneciente a la empresa Mexichem, poseedora del 50 por ciento del área donde ocurrió el siniestro.

Hace unas semanas aquí se señaló que era preciso “conocer las estrategias que implementará Pemex ante el importante problema de liquidez que vive la institución”. Que se requería “detener el sangrado de la compañía que aporta la suma más importante del gasto público mexicano. Se dijo que “cualquier medida dura que sea necesaria, debe asumirse sin lastimar a la clase trabajadora de la empresa y efectuarse en beneficio de la economía de los mexicanos. El escenario no es nada sencillo para González Anaya porque está atrapado entre realizar un verdadero rescate económico de la corporación o seguir consintiendo los fuertes intereses económicos y políticos de la clase gobernante”.

Ayer, José Antonio González Anaya, Director General de Pemex, dijo en entrevista con BloombergTV que la empresa necesita capitalizarse y por eso debe vender líneas enteras de negocios. Que podría incluir la venta de alguna de las 6 refinerías, porque pierden 100 mil millones de pesos anuales. También adelantó que la petrolera se encuentra en proceso de contratar bancos para vender participaciones en sus refinerías.

Si esto se formaliza, se deberá examinar la participación del sector privado y su responsabilidad en el terreno ambiental y social, porque hechos como los del miércoles en Coatzacoalcos siempre serán tristes y lamentables.

Juan Pablo del Valle, presidente del Consejo de Administración de Mexichem, obtuvo la desincorporación de la mitad de la superficie del Complejo Pajaritos, mediante acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de julio de 2013. En el documento se autorizó la transmisión de una superficie de 476 mil 386 de los 990 mil 528 metros cuadrados, sin que se conocieran los detalles del arreglo. La operación generó dudas. Pajaritos era el complejo más importante y rentable para Pemex, no obstante se asoció con el corporativo.

Pemex ha dado la cara. El gobierno de Veracruz debe exigir cuentas por los trabajadores fallecidos y los lesionados a causa de las explosiones en el área de Clorados III, y reclamar la indemnización por daños ambientales. La sociedad, sus familias y ellos merecen solidaridad, consideración y respeto. Pajaritos reclama justicia.

 

 

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