Hipócrates fue uno de los personajes griegos que más aportó a las ciencias. El que ha sido considerado como el padre de la Medicina, dejó también a la Psicología los primeros estudios sobre la personalidad, cuatrocientos años antes del nacimiento de Cristo. Su famoso juramento es un documento formativo que pervive en los espacios de la enseñanza y la práctica médica.
Hipócrates surge como ejemplo contrario a los hechos que muestra Hipólito Rodríguez Herrero, quien fue convertido en alcalde con la creencia cuitlahuista de que haría trabajo de curación y saneamiento a esa institución llevada al suelo por ediles como Américo Zúñiga. Los que conocen el caso, aún recuerdan cuando el ahora gobernador alucinó algún aura portentosa en el académico que invitó a contender por la presidencia municipal de la capital del estado.
A sabiendas del disgusto ciudadano por la corrupción zuñiguista, el cándido Hipólito habló y habló de eficiencias, de promesas, de honorabilidad y de realizar una gran auditoría a la gestión de Américo. Y ya como edil, no supo aplicar ninguna medicina o curación a la obsoleta estructura administrativa. Sus emotivos dichos solo fueron ofrecimientos que después guardó en los cajones de su escritorio. Finalizó su primer año, repavimentando con asfalto dos o tres calles de Xalapa. Con eso llenó de palabras su primer informe de gobierno.
No hizo una sola obra de agua y saneamiento, su cerebral “centro de ecotecnias” fue detenido por los inconformes colonos y se recuerda la portentosa idea del tren urbano de Xalapa, copiada e imposible idea de algún viejo soñador chilero, utilizando las vías del ferrocarril interoceánico. Un metálico y hermoso rollo.
Lo que le sucede a Hipólito es lo que generalmente muestran aquellos que de los libros o de las aulas, y sin haberse jamás enfrentado con la realidad, de pronto aparecen como funcionarios, jefes o dirigentes. Salvo contadas excepciones, no saben cómo enfrentar los problemas y, por tanto, no responden como lo exige el puesto. Y en el ayuntamiento hay varios académicos en esa triste tesitura.
Lo que sí ha mostrado Hipólito son pretextos, marrulleras distracciones a la sociedad -festivalitos, vías recreativas y otras boberías-, ineficiencia operativa y total olvido de sus compromisos de obra pública y resultados de gobierno. Lo acusaron de no ejercer el presupuesto por más de 600 millones de pesos y de devolver importantes recursos a la Federación, situación que se constató en declaraciones oficiales publicadas por los medios de comunicación.
En los últimos meses llegó la terrible temporada de inseguridad pública que está enfermando y matando a decenas de xalapeños. Los pocos policías que posee Xalapa, no cuentan con armas ni elementos para hacer su labor. Tampoco tienen un lugar adecuado para concentrarse, para prepararse, para organizar operativos preventivos. Hipólito no sabe comandar un ayuntamiento, tampoco a las estructuras enfocadas a la seguridad.
Galantemente se puso a defender a su tesorera Tula Guerrero en su inmoral afán de cobrar sueldo y pensión del IPE. Al final del día, los tribunales pusieron en su lugar a la golosa señora y a su diligente padrino.
Alguna vez sus compañeros de la docencia en Ciesas Golfo lo motejaron como “Hipócrito”, situación que a sus amigos pareció exagerado y de mala fe.
Pero la idea resurge cuando los medios de comunicación establecidos le ofrecieron al alcalde sus servicios para difundir las actividades municipales, su respuesta fue negativa, argumentando que Xalapa no haría gasto alguno en ese rubro. Sin embargo, la semana pasada, regidores y funcionarios hallaron el tamal del protegido jefe de prensa de apellido Manzano.
El funcionario de las manzanas envenenadas, creyendo que hacía comunicación social, se puso a crear medios “patito” con cargo al presupuesto, los que con ansia adolescente difunde en Facebook y en otras redes sociales. También con recursos del erario celebró convenios con varios portales y periódicos sin penetración, circulación ni lectores reales, que no justifican las cifras convenidas que suman millones de pesos hasta la fecha.
Desde luego que este oportuno descubrimiento sobre la comunicación social del Ayuntamiento de Hipólito, hizo evocar a aquel “Hipócrito” de la avenida Encanto.
Ahora, sacado de la chistera, al edil se le ha ocurrido formar un “comité de expertos” para seleccionar a los medios de comunicación que deben difundir las actividades del ayuntamiento de Xalapa, olvidando que primero deberá transparentar y dar a conocer bajo qué criterios seleccionó a los medios y comunicadores beneficiados desde la oficina manzanera.
Exceso de palabras y ausencia de hechos convincentes, es todo lo que hay en torno al buen Hipólito.