9.023.2016

Resulta que el nuevo Director General de Petróleos Mexicanos (Pemex), José Antonio González Anaya, compareció ayer ante los diputados integrantes de la Comisión de Energía de la Cámara baja del Congreso de la Unión, en donde se dio una feria de tejidos para pedirle investigue los excesos y el posible desvío de recursos en que incurrió el ex titular de la llamada empresa productiva del Estado, Emilio Lozoya.

Entre el uso de aeronaves contratadas a la Secretaría de la Defensa Nacional para actos privados, el alquiler de un parque vehicular con montos excesivos y la recriminación por el despido de trabajadores sin un análisis sobre la demanda de trabajo en la zona de Coatzacoalcos, los legisladores federales hicieron valer la costumbre añeja de opositores: la queja.

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Hasta ahora parecía que lo más significativo era conocer las estrategias que implementará Pemex ante el importante problema de liquidez que vive la institución. Las intenciones de los representantes populares están centradas en hacer todos los señalamientos de corrupción, cometidos por los anteriores titulares de la dependencia, y no en propuestas viables para rescatar a la empresa pública.

La situación de Pemex no es sana. Es necesario detener el desangrado de la compañía que aporta la suma más importante del gasto público mexicano. Entre las más de cuatro mil tomas clandestinas y todos los actos de corrupción revelados, sin mayores consecuencias, la economía petrolizada del país sigue en picada.

Pemex necesita sobrevivir. Cualquier medida dura que sea necesaria debe asumirse sin lastimar a la clase trabajadora de la empresa y en beneficio de la economía de los mexicanos. El escenario no es nada sencillo para González Anaya porque está atrapado entre realizar un verdadero rescate económico de la corporación o seguir consintiendo los fuertes intereses económicos y políticos de la clase gobernante.

La telaraña orgánica donde aún está atrapada la Reforma Energética, permite ver a simple vista que los diputados vienen muy “pesados” porque entienden muy poco lo que aprueban. No existen elementos para decir si la llave de las reformas estructurales serán las que abran las oportunidades que esperan los mexicanos y mejorar la situación económica del país.

Es necesario utilizar esa llave con moderación. El criminal desfalco que ha vivido la exparaestatal durante toda la era priista, también fue aprovechada en los dos gobiernos federales panistas. Da la sensación de que muchos se toman a broma el naufragio que vive la economía mexicana y que tiene afectada la salud del erario público.

La izquierda y la derecha seguirán meditando las bondades ante la gruta del tesoro del Estado. La sociedad mexicana escuchará los discursos políticos que hacen sonreír al más amargo. (AF)

 

 

 

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