En estos momentos sólo por leal pertenencia al partido, por algún interés material o por gratitud moral, puede entenderse cualquier expresión personal en el sentido de que el Partido Revolucionario Institucional se llevará la gubernatura de Veracruz o la presidencia de la república.

Se encuentran a años luz de distancia aquellos tiempos de los generales revolucionarios que crearon ese partido y que no estaban dispuestos a perder lo ganado por la fuerza de las armas. Muchos de los jefes que vivieron por décadas al amparo del PRI, se alejaron a otros lugares, para desde la lejanía, tomar impulso y aprestarse a retomar el poder con otras maneras, siempre en beneficio de unos cuantos: de aquellos que cobijados por las instituciones nacionales forjaron los grandes capitales privados.

Los pocos que quedaron en el partido, ilusamente juegan a la construcción de un candidato ganador a la presidencia. Ya lo tienen en los altares, pero por haber llegado de otros colores y otras doctrinas, carece del apoyo de las debilitadas huestes que conservan el rojizo tono.

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A tres meses de la elección, no se ve en el panorama político, cómo Pepe Meade puede hacerse del triunfo electoral el primero de julio próximo. Y en Veracruz, tampoco Pepe Yunes cuenta con los hilos del triunfo para convertirse en candidato ganador la noche de ese día difícil.

Todo parece indicar que Veracruz será para López Obrador. Y que la gubernatura se peleará entre Miguel Ángel Yunes Márquez y Cuitláhuac García.

Pero, por cuáles razones Pepe no puede lograr el triunfo, si el mundo priista opina que es el mejor candidato tricolor de todos los tiempos.

Es probable que así sea. Pero su derrota anunciada se debe a varios factores que no se pueden modificar.

El más argumentado es que la población veracruzana quedó hastiada del PRI y de la corrupción que durante décadas han mostrado sus gobernantes, sus funcionarios y muchos de sus candidatos a los distintos cargos.

Como muestra de que es imposible encontrar apoyo popular, es el hecho de que varios connotados duartistas o personajes beneficiados por ese régimen, serán candidatos a diputaciones. Animal Político nos lo recordó ayer con la noticia de que seis exduartistas serán candidatos a diputados.

Otro argumento es que la población joven no votará por el priismo. El día de ayer el periódico El Financiero publicó también en su sección Nación 321, que el 51 por ciento de los millenials votarán por Andrés Manuel. Y hay que recordar que un elevado porcentaje veracruzano es precisamente de ese segmento y que según la encuesta ellos votarán por Morena.

Si traemos a la mesa el caso de los significativos alejamientos de liderazgos rojos hacia otros equipos, recordemos sólo algunos de ellos: Ricardo Ahued y su gente en Xalapa, que ahora es morenista. Y si le concedemos algunos votos a Vía Veracruzana, su líder Amadeo ya volvió a demostrar que es bueno para amar el poder, aunque ahora sea de color azul yunista.

Pero la del PRI es una fuga interminable hacia otros horizontes más generosos, debido a que ese instituto está desfondado en todos los sentidos. No tiene ni fondo ni forma. Tampoco fondos económicos para caminar el tramo a la victoria.

Aunque también se habla de los que llegan al PRI. Pero sólo con mencionar el nombre de Rafael Acosta Croda en el puerto de Veracruz, cualquiera puede calcular su tremendo punch no en seguidores, sino el que tiene en eso de las fanfarronadas, amenazas y repudio tras su paso. Esta errónea invitación priista al político constructor de obra cara, más bien parece un acierto panista para enterrar votos rojos.

Pero tampoco debemos olvidar las constantes torpezas de Américo Zúñiga en la dirección del partido estatal. Y que nadie arguya engaño del señor Zúñiga. El que busca los triunfos partidarios, es aquel que nunca ganó nada en las elecciones de la capital del estado. Perdió todas.

Y si a ese pastelito de la derrota -que no de la fiesta- le agregamos su correspondiente cereza, que no es más que el tremendo pasmo que muestra sin decoro alguno el propio candidato Pepe Yunes, entonces no se ve por ningún lado la posibilidad de que el peroteño entregue buenas cuentas a su partido o a su amigo Pepe Meade.

Si además le agregamos el avasallamiento de la fuerte campaña del Peje en el país y en el estado, y que los recursos y programas los tienen los Yunes del estero, entonces terminamos de entender la debacle priista que se avecina en el estado, si bien debe reconocerse que a los que les caerá el diluvio no son proclives a hincarse de rodillas y pedir clemencia.

Por ello, hablar de triunfo priista en Veracruz, no es más que un engañoso espejismo. El espejismo de un Pepe que vaga solitario en el desierto.

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