Andrés Manuel López Obrador cimbró al mundo hispanoamericano esta semana. Una carta enviada al Rey de España movió a mucha gente en México y no tanta en el país peninsular, donde los principales periódicos no dieron amplia relevancia al hecho, desafortunado, sorpresivo o extraño, a juicio de diversos actores (u opinadores) de ambos países.

El presidente y su esposa hicieron una visita a la localidad de Centla en Tabasco. Allí el presidente habló de los pueblos originarios de México, de la conquista española, de la conmemoración de los 500 años y de que el país español debería ofrecer una disculpa (perdón) al pueblo mexicano. Se conoció después que había enviado una misiva haciendo la petición formal.

Este lunes hizo eco y el día de ayer se supo de una contestación oficial en el sentido de que el Rey Felipe VI consideraba la solicitud como una verdadera absurdidad. Cabe destacar que algunos columnistas hispanos hicieron mención del caso en términos no positivos para el mandatario mexicano.

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En medio de una serie interminable de comentarios periodísticos y de café, de chistes de la gente de buena y mala fe, y de memes por cientos o miles en redes sociales, es preciso hacer una pequeña contribución en relación al tema, acudiendo a documentos históricos y a la trayectoria de la Casa Borbón, que ha gobernado a España, salvo pequeñas etapas, desde el año 1700 a la fecha. Y en este periodo, aparecen los dos soberanos de esa Casa dinástica que, en este caso, tienen relevancia, una en el año de 1836, y el otro en este año del siglo XXI: Isabel II y Felipe VI de España.

A continuación, transcribimos íntegramente el contenido del Decreto Real del 29 de diciembre de 1836:

Reconocimiento de la Independencia Mejicana.

El Sr. Secretario del Despacho de Hacienda dice con esta fecha al Director General de Rentas encargado del Negociado general lo siguiente.

El Sr. Secretario del Despacho de Estado me dice con fecha 29 de Diciembre último lo que sigue. = S.M. la Reina Gobernadora se ha servido dirigirme con esta fecha el Real decreto siguiente.= Felizmente terminadas ya las principales negociaciones que con tanta benevolencia acogí desde el principio, y que tan eficazmente he procurado se llevasen a cabo para la reconciliación de España y Méjico; y deseando como las autoridades de aquel país, anticipar los beneficios de la paz y del recíproco comercio a dos pueblos que nunca han debido dejar de mirarse como hermanos, he venido en decretar, como Reina Gobernadora, a nombre de mi augusta Hija la Reina Doña Isabel II, lo siguiente: 1.° No se volverá a emprender ni ejecutar por parte de mi Gobierno ni por la de ninguno de sus súbditos hostilidad ninguna contra Méjico ni contra ciudadanos o habitantes de aquel país. 2.° Los mejicanos que ya estuvieron o que de nuevo se presentaren o establecieren en España, serán tratados y considerados como súbditos de Potencias amigas, y de la manera que corresponde al noble carácter de la Nación Española. 3.° Los buques mercantes de Méjico serán admitidos como los de las Naciones amigas en todos los puertos españoles habilitados para el comercio extranjero, sujetándose a las leyes y disposiciones vigentes respecto al mismo. Tendréislo entendido y lo comunicareis a quien corresponda para su cumplimiento. = Está rubricado por S.M. = Lo comunico a V. E. de Real orden para su inteligencia y efectos convenientes.

De la misma Real orden comunicada por el referido Sr. Secretario la traslado a V. para iguales efectos. Madrid I.° de Enero de 1837. = El Subsecretario Cesáreo María Saenz. = Señor….. 

En los lejanos tiempos de Isabel II no se había creado el concepto de derechos humanos como existe actualmente, y la palabra reconciliación, utilizada en la parte sustantiva de este Decreto Real,  pudo haber sido el ofrecimiento de ese perdón o disculpa que ahora reclama el presidente de la República. Quizá de ahí se explique la rotunda y rápida respuesta del Rey Felipe VI quien atinadamente arguyó: “no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.

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