Después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1982, a Gabriel García Márquez le entró la preocupación por saber si era cierto lo que aseguraban los críticos. Quería averiguar, si como lo veían aquellos, él era un autor a la altura de semejante galardón.

Con ese cuestionamiento en la cabeza, El Gabo empezó a escribir El amor en los tiempos del cólera, una novela ambientada a principios del siglo XX, en la que se narran los vericuetos del verdadero amor. Tras su celebrada publicación, el autor y sus lectores quedaron satisfechos con esta obra llena de poesía en prosa, que con los años se convirtió en un clásico de la literatura mundial.

Ahora bien, en el amor en los tiempos de Yunes, entremos al tema de la información y comunicación gubernamental en Veracruz, durante los primeros meses de este bienio. Un tiempo donde el periodismo ha sido relegado y se han utilizado las redes sociales para informar los recorridos y la forma de pensar del gobernador.

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Un tiempo donde los qué, los cuáles, los cuántos y los ¿de a cómo?, se volvieron discusiones de carácter mediático, que en cuanto se abordó con la conveniencia y el cristal de los ismos, empezó a mostrar la escasez que dejan ver los istmos y la bipolaridad maniquea. Como que toda visión se redujo al valor y la circularidad del metálico.

Lo primero que habría que preguntarse, es qué papel ha tenido el periodismo en Veracruz durante las últimas décadas. Si ha sabido reflejar los intereses y las preocupaciones de la sociedad, y también, la utilidad de las instituciones públicas y privadas.

Preguntarnos, si como integrantes de una sociedad, hemos podido hacerlas –a las instituciones– más eficientes, más efectivas, más transparentes y menos corruptas. Porque si somos sinceros, todos, sociedad, gobierno y medios de comunicación, hemos quedado a deber. O mejor dicho, le hemos aportado muy poco a su correcto desarrollo y sana supervivencia.

Acaso las ocasiones en que los veracruzanos hemos sido informados de la construcción de cientos de obras o de miles de puentes, o de majestuosos porcentajes de disminución de algunas de las calamidades que agobian al estado, podemos afirmar que esas administraciones fueron limpias o que no hubo tanta corrupción. O que no había impunidad o delincuencia. Desde luego que no. Sólo es cuestión de recordar las épocas pasadas.

Entonces, porqué ahora se pretende que la discusión comercial entre gobierno del estado y medios de comunicación, o viceversa, se convierta en el punto más importante de la agenda por la gobernanza y la tranquilidad, cuando no lo es.

Lo que en realidad es importante, es la información real de lo que acontece en el territorio estatal. El aspecto económico entre gobierno y medios es irrelevante, es secundario, o terciario. O acaso no hemos comprobado que los verdaderos periodistas y los auténticos reporteros, han subsistido al paso de los años, con o sin pago del gobierno.

No agigantemos un tema de pesos y centavos. También debemos aceptar que los “anhelados” convenios entre el gobierno y medios no debieran darse en estos tiempos, por la sencilla razón de que este gobierno no ha dado resultados. Sería un gasto estúpido y un acto de corrupción del periodista beneficiado.

Salvo los resultados que ve el señor Francisco Monfort dentro de las oficinas, como él mismo presumió la semana pasada, es muy poco lo que los veracruzanos están recibiendo de Yunes Linares y sus caros colaboradores: unas miles de despensas de SEDESOL estatal y alguna otra cosa, aparte de Duarte en la cárcel, que sí prometió desde la campaña política, pero que detuvo el gobierno federal.

El verdadero problema entre Yunes Linares y el periodismo real, no son los convenios monetarios que algunos añoran. El problema, es la nula capacidad de su gobierno para proteger a la población y evitar el asesinato de periodistas.

Ese es el punto grave, lo demás es simple tema alimenticio.

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