Lo que está sucediendo en estos días respecto a la relación de los gobiernos de México y Estados Unidos en torno al narcotráfico, se está pareciendo a lo que ocurre en el beisbol, uno de los deportes norteamericanos por excelencia, que ha invadido el ánimo nacional a partir de que López Obrador ganara la presidencia de la república a mediados del 2018.  

Primero debe tenerse en cuenta que Andrés Manuel y Donald Trump son personajes a quienes les fascina el show mediático y estar en permanente campaña política, amén de otras filias y fobias que los identifica.

El asunto de los cárteles y la notoria inacción mexicana contra ellos, sostenida por el régimen lopezobradorista, pudiera estar dando paso a una intencional y gran jugada del beisbol, como aquella donde el pitcher lanza inocentes bolas malas y de pronto el aguzado y poderoso bateador le coloca tremendo jonrón. En realidad, y tratando de ser visionarios, cualquiera comprende que pueden existir muchas razones de peso y de pesos para seguir una estrategia así.

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Conforme pasan los días, el desesperado pueblo de México se le está saliendo de control a los publicistas y mercadólogos del morenismo, por lo que ya no creen tanto en su mandatario, como ocurría al inicio de su gestión. Los especialistas en estudios demoscópicos han llegado a decir que AMLO ha perdido hasta doce puntos porcentuales en su aceptación popular.  

Si en los próximos meses, cumpliendo con la amenaza de capturar a esos terroristas (del narco) que, a decir de Trump, han matado hasta a 100 mil estadounidenses cada año, entran los cuerpos gringos de elite militar y detienen a dos o tres cabezones como El Mencho u otro grande, el efecto de la captura también apoya al presidente de la república, ya que se quitaría de enfrente a gente incontrolable que le complica la operación política. 

Por otro lado, observemos los afanes de López Obrador por recuperar dineros mal habidos mediante la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP, para proceder a subastas públicas en beneficio de causas sociales que él quiere apoyar. Es más fácil, con ayuda de EUA despojar a esos delincuentes de esos multimillonarios recursos económicos de origen oscuro y solicitar a la Casa Blanca o gestionar fiscalmente una parte del botín justiciero.

No debe olvidarse que Trump está en plena campaña para reelegirse en la presidencia. Cualquier motivo binacional será aprovechado por él para llevar agua a su molino, aunque, como pudiera ser el caso actual, pudiera ser una intención verbal que no pasará de los miles de tuits amigables replicados a partir de sus discursos y mensajes en redes.

Para el país vecino, es muy fácil dejar crecer el narcotráfico y después incautar a los delincuentes los dividendos y dejar correr a otros nuevos delincuentes para que sigan recaudando fondos para el Tesoro del Águila, de Dios y de la Verdad. Un Estado que cuenta con tanto poder como el suyo, puede mover a los diversos actores internacionales como marionetas y, al final del día, cumplir con todos sus objetivos políticos y económicos. Así lo han hecho hasta ahora y la fórmula les ha funcionado.

En el caso de México, debe entenderse que ya no somos vecinos tan distantes. aunque sí podemos aparentarlo.

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