El Tlacuache Garizurieta se volvió célebre con su frase “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”. Y esta motivacional premisa de origen veracruzano la hizo enteramente suya Francisco Garrido Sánchez, un avispado mercader de la política, que cuando fue diputado local y presidente de la comisión de vigilancia de la Legislatura del Estado en la época de Javier Duarte, aprendió a jugar a conveniencia y a conjugar a modo, cumpliendo sus ambiciosos sueños de gloria y riqueza.

Vestido siempre con sobria elegancia y a bordo de impecables suburbans blancas, el hombre se conducía con propiedad y ligereza hacia el palacio de gobierno y a los diferentes domicilios de las instancias más importantes. Su respetable y bien remunerada función consistía en limpiar los frecuentes pecadillos presupuestales y financieros que en ese tiempo se cometían con los recursos públicos en el gobierno estatal y en muchos municipios. En ese periodo cabe reconocer que el aprendiz de fiscalizador no vio ni olió nada, aunque aparecía en todos lados como el colesterol malo en las arterias de los gordos.

Pasada la etapa de bonanza duartista y olvido transexenal, el personaje ha iniciado su nueva aventura política, después de haber aprendido las mañas en su primer partido (AVE o Alternativa Veracruzana) que le dejó jugosos dividendos y estratégicos compadrazgos.

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Desde hace algunos meses Garrido visita capillas, organiza convites y promueve eventos para dar a conocer su asociación Podemos, cuyo propósito es el de convertirse en partido político y así poder alcanzar algunas de las migajas del poder que el sistema pueda arrojarle.

Hay ya enlistados en ese equipo algunos desacreditados políticos priistas, panistas, perredistas y morenistas -exalcaldes, exdiputados, exfuncionarios y eximios linajes burocráticos- a quienes urge un poco de sol y aire. 

La asociación se siente cómoda porque ha conseguido las chanclas necesarias para poder desplazarse en las movedizas arenas de la cuarta transformación. Entre sus entusiastas miembros se encuentra una servicial sirena que gozaba de estratosférico sueldo como edecán y animadora en el equipo americanista, que por ahora busca que le asignen los doscientos mil billetes mensuales que se acostumbró a ganar en la alcaldía xalapeña. Y para identificarse mejor, el lema fundacional podría ser el siguiente: “Podemos jugar y conjugar en el modo que convenga a sus intereses”.

Pablo Iglesias Turrón, el prestigiado secretario general del Partido Podemos en España, si lo supiera, estaría indignado del uso de ese nombre en este remedo de agrupación política creada por filibusteros de cuarta. 

El Podemos peninsular fue fundado en 2014 por un grupo de intelectuales, personajes de la cultura, artistas y periodistas destacados, que en corto plazo han logrado ubicarse en honrosa posición en la extrema izquierda de ese país. Su origen se encuentra en el conocido manifiesto Mover Ficha, aquel que propugnaba convertir la indignación social en cambio político.

El Podemos veracruzano se percibe más bien como el cadencioso movimiento de un pequeño grupo de ficheras de la política y del descrédito estatal, a quienes el único cambio que les impulsa proviene de su desaforada ambición material.

En fecha próxima podría comentarse el origen financiero de esta inviable y garridezca incursión política.  Lo que hay, en esta minúscula emulación ideológica, provoca a invocar la frase española: “Este tío tiene más cara que espalda”.

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