Los tiempos que corren están presentando sendas señales a los políticos mexicanos con respecto a los cambios que la sociedad exige al sistema y a los gobernantes y funcionarios. Son transformaciones necesarias e improrrogables que se alejan de las formas tradicionales y obsoletas, y que por lógica resistencia, les cuesta aceptar a muchos de los líderes y militantes de partido.

Una de ellas, la más importante, fue la presentación del ungido precandidato del PRI a la presidencia, donde el primer mandatario del país se vio obligado a beneficiar con la designación a José Antonio Meade, un personaje no priista, más cercano a una posición independiente que a una filiación partidista.

Otra señal, es el rotundo rechazo popular que está sufriendo el frente de moda, que no se define y que tiene cada vez menos adeptos: el de Ricardo Anaya y su reloj de arena, cuyo mineral se le está acabando con cada hora que pasa.

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La última señal se dio ayer, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le puso plazo a Alejandra Barrales y le exigió que termine con el doble cargo que viene detentando. El 9 de diciembre próximo deberá quedarse con sólo uno de ellos: la senaduría o el liderazgo del PRD.

Por esas razones de congruencia y apelando a la notable y ascendente participación de los ciudadanos, es que varios candidatos independientes están luchando por conseguir las firmas necesarias para ser validados por el Instituto Nacional Electoral (INE) para estar en las elecciones de 2018, estando a la cabeza de los apoyos ciudadanos en esta modalidad, dos de los candidatos a la presidencia, Jaime Rodríguez El Bronco y Margarita Zavala, y por parte de los que buscan senadurías, el joven revelación Pedro Kumamoto.

Cabe recordar que El Bronco y Kumamoto ganaron en 2015 con esta modalidad, la gubernatura de Nuevo León y la diputación local por el distrito de Zapopan, Jalisco, respectivamente, mientras que Manuel Clouthier obtuvo la diputación federal por Culiacán, Sinaloa.

El tema de la participación ciudadana independiente en las elecciones, inició en 1958, cuando el doctor Salvador Nava Martínez, obtuvo gracias al respaldo popular, la presidencia municipal de San Luis Potosí, triunfo que repitió años después, y que más tarde no pudo alcanzar en su lucha por la gubernatura de ese estado.

Quizá por ese tipo de consideraciones, el respaldo popular que gozan destacados personajes en Veracruz, ha sido tomado en cuenta a la hora en que los partidos designan a los candidatos. En estos momentos, se vislumbra la participación en las elecciones del próximo año, de los señores Ricardo Ahued, quien ya fue alcalde de Xalapa -en su primera incursión en la política partidista en el PRI- y Juan Manuel Diez Francos, actual alcalde de Orizaba. A ambos se les ha mencionado como prospectos para la senaduría y la gubernatura.

Según encuestas de Parametría, una empresa mexicana de estudios demoscópicos, los candidatos independientes obtuvieron hasta un 65 por ciento de aprobación de la población en los comicios de 2015.

Lo que se puede ver hasta ahora en la designación de Meade, y que sí fue una buena decisión de Peña Nieto, fue hacer a un lado la mecánica y costumbres del añejo partido gobernante, en un serio intento por conservar la presidencia de la república.

El poder de la sociedad debe impulsar la transformación política de nuestro país para poder alcanzar objetivos de justicia social y de progreso. Veremos si en 2018 se empiezan a percibir estos cambios.

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