El priismo ocupa el tercer lugar en la preferencia electoral en México. El expresidente Peña Nieto y la camada de gobernadores que impulsó en su desordenada gestión son los principales culpables de la estrepitosa caída del PRI. Pero a esa debacle influyó también la cauda de corrupción fortalecida por malos gobernantes y funcionarios de los tres órdenes de gobierno que durante varias décadas en el poder hundieron al sistema político emanado del partido tricolor.

En Veracruz la destrucción del PRI ocurrió poco a poco hasta convertirse en polvo gracias a Javier Duarte y los miles de millones de pesos del erario que desapareció en contubernio con un grupo de secretarios de despacho y socios empresariales ávidos de fortuna.

El PRI veracruzano perdió primero la gubernatura ante Yunes Linares y el PAN en 2016 y después fracasó en su intento de recuperarla cuando Cuitláhuac García y MORENA se alzaron con el triunfo electoral en 2018. Ahora su dirigencia y actores principales tratan de enderezar lo que quedó para ponerlo a luchar con miras a una pelea decorosa en 2024. Para ello necesitan la mayor cantidad de triunfos en la elección intermedia de este año el 6 de junio próximo, requiriendo victorias electorales en ciudades, municipios y distritos importantes.  

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De esa manera se entiende la alianza establecida con el PAN y el PRD para restarle votos y fuerza al partido MORENA y a la 4T. Entre las acciones enfocadas a ese propósito colegiado, se inscriben las candidaturas que el PRI hace de dos personajes que cuentan con trayectoria suficiente y respaldo económico que, si se organizan bien las cosas, pueden conseguir municipios importantes para la causa priista.

David Velasco Chedraui y Juan Manuel Diez Francos son los que impulsan al partido en la capital del estado y en el municipio de Orizaba, además de Carlos Vasconcelos en el sureño municipio de Coatzacoalcos. Si los tres ganan la elección municipal, estaríamos comenzando a ver una posible reconstrucción del PRI con miras a que este instituto pudiera contender decorosamente en la siguiente elección de gobernador.

Una empresa un tanto difícil porque los cacicazgos impiden el surgimiento de figuras que ayuden a sacar votos frescos y en número considerable. Salvo Orizaba, donde Diez Francos lleva años cuidando la plaza tricolor, tanto en Xalapa como en Coatzacoalcos, ni Velasco ni Vasconcelos pueden mover la estructura sin llevar a cuestas a políticos que poseen el título de propiedad del partido y que no lo dejarán crecer en Veracruz. Apellidos como Brito, Montiel, Yunes, Zúñiga, Alarcón, Ramírez, mantienen encadenado y enterrado al destartalado PRI en un pantano maloliente y pegajoso que no lo deja despegar y tomar vuelo. La sociedad ya no quiere a esas caras que repiten en todas las elecciones.

En la lucha contra el Goliat de la 4T, David Velasco y Diez Francos resultan ser aislados gladiadores que tratarán de forjar algo así como una hazaña memorable.

¿Alguien tiene una bola de cristal donde se vea otro escenario más alentador con miras a esa hipotética reconstrucción priista y eventual participación en 2024?

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