La visita del mandatario veracruzano al Congreso del Estado, para hablar de su primer informe de gobierno el jueves pasado, sirvió para que la sociedad reflexionara sobre muchas más cosas que aquellas que fueron mencionadas en los distintos medios de comunicación.

En principio, hizo recordar al estudiante de primer año de primaria, cuando se le pregunta qué desea ser cuando llegue a grande. Por más que el niño pretenda ser el doctor o el astronauta que su ideal le dibuja, todos los que le escuchan saben que está muy lejos de alcanzar ese sueño infantil.

En el caso de Miguel Ángel Yunes Linares, todos los mexicanos entendemos que no será mucho lo que pueda hacer al frente de un gobierno estatal que quedó en ruina administrativa y financiera desde hace muchos meses. También se entiende que la situación de inseguridad que atraviesa el estado, es sumamente complicada y de difícil solución y en ella tiene mucho que ver el gobierno federal.

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Pero de eso, a pretender que los veracruzanos no se dan cuenta de la serie de pifias que se están cometiendo en su administración, existe un largo trecho. Y aunque los funcionarios y periodistas lo nieguen u oculten, esa situación es del conocimiento público, y va más allá de una simple percepción.

En realidad, la comparecencia del gobernador por el Congreso fue un verdadero paseo, porque los diputados prefirieron o fueron convencidos de no insistir en el tema de la deuda veracruzana y la renegociación que tiene varios claroscuros que nadie ha explicado debidamente. Ese es el tema principal, y lo seguirá siendo, por lo que les va a costar a los veracruzanos en esos años adicionales de pago, además del tema de la inseguridad y los miles de delitos en todas sus manifestaciones.

Se entiende la andanada de calificativos y ataques que el gobernador Yunes hizo al diputado Amado Cruz, cuando éste se refirió a la inseguridad y a la triste copia del programa Adelante que alguien convirtió en Veracruz Cuenta Contigo, ambos de escaso resultado en lo social, pero mucho en lo electoral. Sobre estos temas hay amplio debate y cuestionamientos en los principales medios de comunicación del país, difícil de contrarrestar.

Y más, cuando el incisivo legislador morenista dijo que “el valladar de la impunidad sigue. O cuando señaló que “un gobierno que no preserva la vida, no sirve para gobernar”. O cuando remató con esta sentencia: “usted dijo que tenía la experiencia suficiente; qué sería, si no la tuviera”.

Este no es un asunto menor, como quiere hacerse sentir en Veracruz, porque el tema del dichoso programa social yunista, cabalga por todas las redacciones de los periódicos nacionales y por organizaciones anticorrupción. Por algo será.

Por eso no extrañó a nadie en el salón de plenos, cuando el envalentonado legislador Kuri leyó las tarjetas que recibió seguramente de su jefe político, y por ello tuvo que escuchar la serie de explicaciones, acusaciones y amenazas que motivaron, igual que contra Amado, el apoyo irrestricto al republicano gobernador, mediante fuertes aplausos y gritos de los invitados a la fiesta del señor.

De lo que habrá que reconocer por los especialistas, que no por el grueso de la población, pero que será hasta que las instancias fiscalizadoras lo demuestran fehacientemente, es la cacareada reducción al tradicional déficit operativo del gobierno. También, el hecho de que haya terminado el libramiento de Ciudad Cardel, aunque después alguien venga a aclararnos con detalle cómo está el rollo de la concesión, y si ésta pretende incluir la carretera que se construye para llegar hasta Tuxpan y Tampico.

De la lista de iniciativas y reformas a la Constitución local, esas en efecto, sí son muchas, pero serán posibles años más tarde, no en esta gestión. Lo que no se puede negar es que la gestión yunista tuvo pocos resultados, pero eso no lo determinan los periodistas, eso lo dicen los veracruzanos en todo el territorio. Y cuando el río suena, es que algo lleva.

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