El fin de semana pasado, y sobre todo el día de ayer, los priistas veracruzanos perdieron una extraordinaria oportunidad para hacer sentir que a su partido político le quedaba algún hálito de vida, alguna fuerza que mostrara que aún pueden luchar unidos y que mantienen vivo al otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional.

La inadvertida detención del ex gobernador sustituto Flavino Ríos Alvarado, el sábado por la tarde, dada a conocer por el periódico Reforma hasta el domingo por la mañana, no mereció posicionamiento o movimiento de peso, que reflejara un disgusto o una inconformidad de dirigentes o militancia.

Lo que se vio el domingo y ayer fueron sólo patéticos intentos. Pepe Yunes, el priista más posicionado y con menores señalamientos en contra, prefirió guardarse el domingo y continuar así, como acostumbra. El lenguaraz de los retos fáciles, con la máscara que lleva puesta por la operación, sí habló, y fuerte, pero para no decir nada. Y el balbuceante presidente del partido en Veracruz, arropado con sedoso y sutil atuendo, convocó a conferencia de prensa para hablar de todo y sin medida, ni dirección. Al final, desperdiciando la oportunidad, ¿o temiéndola?, dejó con la palabra en la boca a los reporteros que querían víbora en lunes.

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El verdor mostrado por Renato Alarcón, el presidente estatal del partido, recordó el legado ideológico de don Jesús Reyes Heroles, de quien el joven con estilo viejo no ha aprendido absolutamente nada. Del cómico líder nacional se supo poco, lo cual se entiende desde que algún poder superior lo puso en esa silla.

Al final del día, el doctor Flavino Ríos Alvarado, quien en octubre era el priista más destacado en Veracruz, y que por ello se convirtió en gobernador sustituto, tras su detención no logró recibir un respaldo firme de nadie. Incongruencias e ingratitudes de marzo. O quizá simplemente recibió lo que merecía por su cercanía y presumida amistad con el prófugo Javier Duarte.

Por lo pronto, su detención y sentencia sacada de la manga, al estilo ‘fast track’ de este gobierno, no provocaron más que rechazo en la sociedad y por lo que se ve, en los medios políticos y de comunicación nacionales, que poco eco hicieron de esta caja china, como la bautizó el propio detenido.

Triste colofón de Flavino en la alta política veracruzana: primero, el hijo más famoso del bienio yunista le toma el palacio de gobierno, lo insulta y lo empuja a gobernar por celular. Ahora, el padre le endereza una denuncia, y seguramente instruida también por celular, una sentencia política a velocidad de rayo, por haber apoyado a Duarte en su huida. Y para desgracia de Flavino, cuando éste buscó en el cielo alguna fuerza sobrenatural en qué apoyarse, apareció solamente el espíritu más light de su partido, que poco se deja ver en estos tiempos difíciles.

Para cambiar esta deslucida situación priista, quizá sea necesario que los militantes acudan con la Morena del Tepeyac, aunque se observa que muchos ya marchan arrodillados haciendo fila en el partido MORENA del Peje tabasqueño.

Y es que no se ve otra cosa, porque los que aún se dicen priistas, parece que están empeñados en sepultar al PRI.

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