Julio es un mes con añeja tradición vacacional en la burocracia local. Gracias a ello, la excelsa burocracia del Poder Judicial del Estado, en poder de la presidenta Sofía Martínez Huerta, podrá completar este mes más de 100 días de inactividad total o parcial, en detrimento de los casos judiciales, de los derechos humanos pendientes de garantizar y de los honorarios profesionales de cientos de abogados litigantes, con el certero argumento de que los integrantes del supremo tribunal veracruzano deben proteger su privilegiada integridad. Tres o cuatro avisos de doña Sofía, bastaron para comunicar tan inapelable medida.

Un mes de vacaciones, las oficiales, es cierto, pero no para los elevados y ambiciosos personajes de la política jarocha. Ellos están exentos si lo prefieren, porque en su sacrificada y patriótica tarea, ni el musculo duerme, ni la ambición descansa; tampoco la lengua, aunque a veces sea traicionera y juegue malas pasadas. 

Pero tampoco las noticias descansan, sean buenas o de risa, o malas y terroríficas, como las de este año viral y funesto.

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La noticia más desequilibrante de este periodo, la dio la Secretaría de Marina, la que, en terrenos y mares portuarios de Michoacán, supervisados por la nueva administración de aduanas, dio tremendo golpe a los poderosos grupos delincuenciales. Acción que se suma a otras—como lo publicó ayer el periódico Imagen del Golfo—realizadas en corto tiempo, pero, eso sí, después de la abrupta salida de Ricardo Ahued, senador, y para algunos desesperados, “el mejor candidato a gobernador”.

Por desgracia para esa causa xalapeña, la circunstancia mencionada no encaja con el aburridor discurso de la honradez, la decencia y la palabrería asociada, que despacha incansablemente el hombre que hace más de un año, cuando lo nombraron administrador de aduanas, soltó alegremente frases como: “con este nombramiento, el mensaje claro del presidente (López Obrador), es mandar al mundo un mensaje de honestidad y transparencia”. O como afirmó el 30 de mayo de 2019 en entrevista a Palabras Claras: “Lo que sea derecho, va a pasar; lo que sea chueco, por mí, no va a pasar”. 

Estos operativos se hicieron una vez que Ahued dejó Aduanas. El hecho crea serias interrogantes sobre la “eficiente” actuación presumida por Ricardo Ahued. Mueve a pensar que su equipo hacía y deshacía, y que tuvieron que desplazarlo para que la secretaría de Marina pudiera realizarlos con éxito. 

Otro personaje que no termina de embonar—y no por falta de aceite—, es el secretario de salud, Roberto Ramos Alor, dicharachero y superficial funcionario sureño. Emulando a López Gatell, ayer soltó una perla, sin mirarse antes en el espejo. Respecto a las interminables críticas por el manejo inadecuado de la pandemia por COVID-19 en Veracruz, exigió con toda desfachatez “¡que no se politice este problema de salud!”. 

A este señor, a quien evidentemente le sobra lengua, se le olvidó cómo es que llegó al gabinete de su jefe. El médico pediatra pudo llegar, porque Cuitláhuac García politizó la designación. En lugar de colocar a un experto o profesional con estatura para el cargo, se lo entregó al primer doctor de pueblo que le recomendó Rocío Nahle, politizando de manera insensata y corriente, un nombramiento que requería gente de mayor experiencia, sensibilidad y compromiso.

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El tercer personaje con el mismo problema de desubicación y simplismo, es el presidente de la mesa directiva de la Legislatura del Estado, quien acaba de estar en Córdoba, su tierra, pero no para conocer o enterarse de primera mano, de las condiciones deprimentes y alarmantes que en ese municipio tiene la pandemia de coronavirus, que ha arrojado alta cifra de defunciones y contagios, que lo han llevado a los primeros lugares de mortalidad en Veracruz. 

Rubén Ríos Uribe fue a declarar junto al diputado Gómez Cazarín, que “llegamos con el objetivo de vigilar las obras hechas por el gobierno federal y el Estado…es el compromiso que tenemos, supervisar que se aplique el erario público en los tres niveles de gobierno”. Los escasos cordobeses que escucharon debieron quedar asombrados por el despropósito, sabiendo que el abogado no tiene atribuciones ni conocimientos para vigilar o supervisar tal tema. 

Mediocre papel el mostrado ante el pueblo de Córdoba por ese penoso par de legisladores morenistas. Se comprueba una vez más que la demagogia y la verborrea son características inseparables de la politiquería jarocha.

El poder de la lengua solo se potencia cuando ese órgano se conecta con el cerebro, y este con la realidad. El fallecido periodista Froylán Flores Cancela solía maldecir la lengua suelta y traicionera. Entonces recordaba las sabias palabras de don Jesús Reyes Heroles: “Nunca pierdas la oportunidad de quedarte callado.” 

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