La reunión de la semana pasada entre la ingeniera Rocío Nahle García y la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, proporciona interesantes lecturas acerca del futuro inmediato de Veracruz con la primera mujer que gobernará a este estado a partir del mes de diciembre próximo.

La primera lectura es que ya como gobernadora, y con todo el respaldo del más alto nivel que posee, la señora Nahle podría superar a los cinco gobernadores varones que la antecedieron. Y esto sería más visible si convence a la presidenta de México para que la acompañe en su toma de posesión, circunstancia que pocos gobernadores veracruzanos han conseguido hasta ahora.

La segunda lectura es que con ello borrará las últimas suspicacias que queden en el imaginario colectivo local respecto a la Refinería de Dos Bocas y sus historias negras, que jamás pasaron del jolgorio de las redes sociales y de las páginas periodísticas no oficialistas. Pareciera que este tema está sepultado en lo más profundo de Palenque.

La tercera lectura, que es la mejor para el pueblo veracruzano, es que, como nos hizo saber la mandataria nacional, están por iniciarse grandes proyectos de desarrollo regional que tienen que ver con la construcción de infraestructura carretera, de grandes puentes urbanos, del fortalecimiento de los puertos de cabotaje de Tuxpan y Coatzacoalcos, y con el aceleramiento de los trabajos de consolidación del Corredor del Istmo de Tehuantepec y con la conexión con el Tren Maya en el sureste de la república.

Y estos proyectos consolidados estarán acompañados de miles de empleos, de mejores remuneraciones y de verdaderas posibilidades de progreso para la población en todo el estado. 

La cuarta lectura es que estas grandes obras incrementarán el empleo y la recaudación hacendaria y necesariamente empujarían el desarrollo agropecuario estatal que está abandonado o descuidado desde hace varias décadas. Porque de no hacerlo, impulsando sólo los polos de desarrollo que menciona Sheinbaum, la gobernadora de Veracruz dejaría a su suerte la rica tradición agrícola y ganadera que le valió a esta entidad múltiples reconocimientos y aquello del “granero y yunque de la nación” que lograron los gobiernos “neoliberales”. 

Sin duda alguna, lo que los veracruzanos quieren y aguardan con esperanza, tiene que ver con terminar de una vez y de tajo con la etapa  de atraso, impunidad y violencia que vive esta entidad federativa y que aumentó con gobernadores como Javier Duarte, como Yunes Linares o como Cuitláhuac García, que no pudieron o no quisieron realizar con decoro y con dignidad un buen gobierno, o cuando menos una gestión aceptable, por dedicarse íntegramente al egocentrismo, a la irresponsabilidad y al indebido enriquecimiento familiar. 

Que no quede huella de esas bajuras y que en su lugar venga una altura de miras que dé a la población el lugar que merece. 

Esta reunión de Rocío Nahle con la presidenta de México augura cosas buenas y mejores para todos. Ojalá y que estas lecturas o impresiones se conviertan en realidades positivas y benefactoras. La sociedad desea que la primera mujer gobernadora tenga éxito en su desempeño porque de él depende el bienestar y el desarrollo óptimo que merece el Veracruz del siglo XXI.    

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